Prologo

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La emoción se encontraba portorosso, al fin, después de años, giulia y luca volvían a aquel pueblo aunque ya no se vacaciones.

El tren paraba su paso y dejaba salir ese humo de el que era tan tópico, el joven luca de 23 años miró a su amiga la cual le sonrió tiernamente y ambos salieron del lugar, el sol golpeó sus ojos nublando su vista por un momento para después recuperarla y notar que todos se encontraban ahí, el padre de giulia, los padres de luca, su abuela y Alberto, está último sonreía ampliamente al ver a joven de cabellos castaños. Luca no podía aguantar su emoción y saltando su maleta corrió directo hacia los brazos del mayor enredándose en el cuello de este y siendo correspondido por el opuesto.

-al fin volví Alberto- expreso luca desde el cuello del mayor dejando que algunas lágrimas salieran de sus ojos

-bienvenido a casa luca- susurró Alberto devuelta tomando al menor entre sus brazos y alzándolo por los aires

Portorosso seguía siendo un pueblo tradicional, nada cambiaba año tras año, las casas, las personas, los sentimientos, todo se conservaba al pasar de los años.

Los pequeños niños, los jóvenes mounstros marinos, no tardaron en tomar rumbo a su base, su lugar secreto, el lugar donde solo existían ellos dos, el tiempo se detenía, donde cada uno disfrutaba del opuesto.

Al llegar a la isla tomaron rumbo hacia la faro abandonado subiendo hasta la punta de este, el punto más alto en donde se podía, a lo lejos, ver el pequeño pueblo que era iluminado por las farolas que se encendían apenas el sol comenzaba a ocultarse, Alberto se sentó sobre el suelo y luca se sentó sobre este colocando sus piernas a los lados del joven el cual soltó un pequeño sonrojo y desvió la mirada.

-esperaste mucho tiempo mi Amore mío- expreso luca tomando la cara del moreno entre sus brazos recibiendo una pequeña sonrisa de este el cual no dejaba de observarlo fijamente

-por ti affetto esperaría toda una vida si fuera necesario- susurró Alberto hacia el menor

Ambos quedaron en silencio por algunos momentos, Alberto colocó sus manos en la cintura del menor comenzando a acariciarla con delicadeza llamando la atención de este el cual sonreía ante su tacto.

-ya no tendré que irme más- expreso luca con una sonrisa sin quitar sus manos del rostro de su amado

-incluso si así fuera yo esperaría por ti el tiempo que fuera necesario- expreso Alberto comenzando a acortar el especio que quedaba entre sus rostros

-me encanta observar tus ojos verdes....quiero observarlos mirándome siempre- expresaba luca cada vez más bajo mientras acercaba su rostro al del moreno

Ambos acortaron el poco espacio que quedaba entre sus caras y juntaron sus labios en un tierno beso el cual tomaba caminos peligrosos a cada segundo que pasaba.

Admitirían que no era la primera vez que lo hacían, no era la primera vez que se besaban de maneras peligrosas e incluso tampoco sería la primera vez que invadirían el cuerpo del opuesto demostrando que no eran Niño ya, eran adultos.

La mañana siguiente llegó y ambos se removieron incómodos por el sol que golpeaba sus cuerpos desnudos recostados en aquel viejo techo de madera al cual ya no estaban acostumbrados, ambos se miraron por unos segundo y juntaron sus rostros en un pequeño beso de buenos días, ambos tomaron sus ropas y vistieron rápidamente para bajar de aquella torre.

-entonces no tendrás que volver a irte?- pregunto Alberto emocionado bajando de la Torre viendo a luca bajar después de el

-ya no tendré que ir a ningún lugar sin ti, podemos ir a donde quieras, a donde queramos, el mundo es nuestro límite Alberto- expreso luca emocionado tomando la mano de su amado y corriendo rápidamente

Ambos comenzaron a correr con sus manos entrelazadas hasta llegar a aquel risco en el cual sin dudarlo saltaron emocionados callando al mar mostrando sus formas monstruosas. Alberto sonrió ampliamente y volvió a pegar sus labios a los de su amado para luego comenzar a nada juntos.

Siempre era fantástico hacer eso pero esta vez era diferente, se sentía como la primera vez, como aquella vez que dos niños jugaban a huir y esconderse en el pueblo humano.

Ambos llegaron a las orillas del pueblo humano y salieron del más transformándose a sus formas normales, tomaron rumbo hacia la casa de los marcovaldo en la cual giulia y massimo ya los esperaban con con unos croissant calientes y unos café expreso.

-padre llegamos!- expreso Alberto contento entrando a la pequeña casa con luca de su mano

-buenos días señor marcovaldo- saludó luca al mayor el cual le sonrió ampliamente

-tranquilo luca eres de la familia puedes llamarme massimo- expreso el mayor remojando su pan en el expresso humeante

-muuuy de la familia, verdad Alberto?- expreso giulia guiñando un ojo al moreno en forma de burla haciendo a este sonrojar y fruncir el ceño

-silenzio apestulia- expreso el mayor haciendo fruncir el ceño de la pelirroja

Desde hacía años que massimo había tomado el control legal de Alberto y se habían convertido en padre e hijo haciendo así este el hermano de giulia, algo que no le desagradaba a la pelirroja en absoluto y que incluso la madre de giulia había accedido en prestar su apellido legalmente para hacerlo una familia, claro que a ellos les encantaba pelear, era su manera diferente de decir que se amaban como familia.

Todos se sentaron en la mesa y disfrutaron de aquel típico desayuno italiano antes de que massimo y su hijo comenzaran con sus labores diarias de trabajo, un típico día de una típica familia, bienvenido al nuevo verano.

Pequeño Pescadito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora