𝑰𝒏 𝒂𝒏𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓 𝒍𝒊𝒇𝒆...

Primero en recordar... ¿o segundo?

Vivir recordando tu vida pasada no es tan fácil como lo pintan en los manhwuas y Baji puede dar fé de aquello. No supo cuando, pero de la nada, de un día para el otro, la sensación dolorosa de un cuchillo atravesando sus tripas lo despertó de un sueño profundo cierto fin de semana. El proceso de aceptación fue lento, recordar caras mayormente desconocidas y sentir que ellos tenían parte de su alma le resultó tan desgarradora al principio que fue incapaz de salir de su cuarto en toda una semana. ¿Era aquello una segunda oportunidad?

¿Y por qué en ese mundo? No lo malinterpreten, claro que estaba feliz de haber renacido o como se diga, pero ¿tenía que ser un mundo donde claramente no existía la Tōman? Es más, en los recuerdos de este ̈Baji ̈ ni siquiera aparecía el rubio Sano como alguien perteneciente a su círculo cercano de amistades. No era que se desconocieran por completo, habían hecho un trabajo de curso juntos (estaban en la misma aula, cosa rara) e incluso estuvieron en el mismo Dojo de niños, pero no se habían acercado ni un poco más. Eran simples conocidos.

La única amistad que sí se mantenía era la que tiene con Hanemiya, una que no es muy diferente a la que tuvieron antes del incidente predecesor de su desgracia. Hablando, o más bien pensando, en Kazutōra, Keisuke se percató de algo que lo alarmó tanto que salió de su casa, notando la ausencia de su madre, pero ignoró aquello. ¿Dónde está Chifuyu? el teñido ni siquiera existía en la memoria de aquel cuerpo, ni siquiera de verlo por casualidad. Sin poder creer que su mejor amigo no era parte de su vida salió de la casa, dejándola abierta y bajó a las escaleras del complejo en el que vivía (siendo este el mismo de su vida pasada) solo para encontrarlo vacío. Ni un alma pasaba por allí. Estaba sucio y desolado como si nadie usara aquellas escaleras para nada y era de esperarse, con cierto invento llamado elevador nadie prefiere unas escaleras tan pesadas de subir. Ni siquiera en su anterior vida eran muy utilizadas, por eso él y Chifuyu se encargaron de declararla su ̈guarida ̈ el lugar donde iban a estar cuando quisieran huir del mundo. Aún anonadado regresó a su casa, notando la presencia de cierto teñido que de inmediato abrazó.

-Wow, ¿amanecimos cariñosos hoy? -aunque Tōra siempre fue malo para expresarse Baji fue testigo de la preocupación del más bajo, de hecho fue el único que lo visitó en la semana que estuvo encerrado.

-Tōra, Tōra, Tōra... -repitió su apodo varias veces, escondiendo su rostro en su cuello y abrazando su cintura sin creerse que justo él estaba con él.

-Oye Baji, ¿qué mierda te sucede? -estaba clarísimo que el chico no entendía el ataque del pelinegro, pero una extraña idea se empezó a formar en su cabeza, rompiendo la calma que había en sus ojos, aunque fue fácil ocultarla.

-Lo recordé Tōra, lo recordé todo... -el mayor se tensó contra el agarre y de forma instintiva alejó al contrario por los hombros.

-¿Lo recuerdas? ¿Qué recuerdas Keisuke? -las preguntas salieron de forma atropellada y el autocontrol que por años el teñido adquirió se lanzó por el balcón del quinto piso. Putas hormonas... maldijo al culpable de sus emociones. Si fuera un adulto no hubiera reaccionado así, odiaba la adolescencia, mierda.

-¿Tú también lo recuerdas? -devolvió el pelinegro, ciertamente asombrado de que su nombre fuera mencionado por la boca del ligeramente más bajo.

-¡Pero dime qué recuerdas exactamente joder! -Al teñido le empezó a dar un ataque ahí mismo. El nerviosismo hizo temblar sus manos y las manos que aún tenían agarrados los hombros más fuertes se tensaron por completo.

-¡Todo! ¡Mierda! ¡Recuerdo todo! -le gritó el que por un centímetro era más alto, agarrándole de igual forma los hombros a su mejor amigo. ¿Estarían hablando de lo mismo? Sentía que sí, la actitud de Kazutōra no era la "normal" no la que tiene un niño de su edad traumado.