Capítulo 6

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La última vez que lo vio, fue en un ataúd color negro, rodeado de flores, en un parque.

En un año no muy tardío a la actualidad, la vejez gobernaba su cuerpo, pensamientos y emociones. Sus pasos lentos y el tremendo vacío de su pecho habían perdurado desde ese día, que leyó aquella carta escrita exclusivamente para él.

Aquellas palabras plasmadas en papel habían acompañado los últimos años de vida que Jeon Jungkook recordaba, antes de desaparecer de aquella realidad.

Después, cuando volvió a ser un infante, el universo ya había planeado como seguirían las cosas en el futuro, sin siquiera preguntarle. Creció imaginando, soñando y visualizando aquellos ojos marrones que tanto lo derritieron, que tanto lo hicieron llorar y los cuales más amó ver de cerca, sin parpadear.

Cuando era un adolescente de dieciséis años, el enamorarse no estaba para nada en sus primeros intereses, pues su corazón ya estaba apartado para aquel ser que volvería a buscarlo. Se llamó loco muchas veces al intentar buscar aquella promesa que le fue rota en el pasado, para lograr obtener otra oportunidad.

Una segunda oportunidad.

Pero la desilusión hizo lo suyo con aquella mente inocente, que lo único que quería era  desahogar el dolor que una vez vivió y con el cuál murió, aquella espinita que marcó su alma, pero no lo malentiendan, por supuesto que había sido feliz... aún así no se comparaba con el amor que una vez le tuvo a él.  No buscó más, pues tal vez ni siquiera iba a ser necesario.

Maduró con la mente de Jeon Jungkook y Hwang Jeonsook combinadas entre sí, sin perderse de ningún detalle. Muchas noches la desesperación le quitaba las ganas de seguir, pues no quería seguir soportando el peso de haber vuelto y seguir teniendo aquellos recuerdos. 

Por lo que, desarrolló miedo. 

Porque, ¿era necesario volver a lastimar sus corazones? Llorar y llorar noche tras noche era el único objetivo por el cuál habría vuelto. El miedo y la anticipación hicieron que no intentara más, pero entonces... ¿Por qué mierda había vuelto?

Hoy, en la mañana siguiente al incidente ocurrido en su pastelería, aún recostado en su cama a las 6:47 de la mañana tras una desvelada debido a la incertidumbre y la duda que tuvo al volver a ver esos ojos cafés que había intentado olvidar, fue cuando más lagrimas soltó, sintiéndose pesado de vuelta.

Pasó toda la mañana pensando, pensando y pensando, buscando una solución, intentando tomar una decisión.

Hasta que la tuvo, después de darse un baño de agua fría.

Si el destino, el universo o quien sea que haya sido el responsable de volver a enfrentarlos, en verdad quiere que las cosas salgan bien, dejará que las cosas fluyan por si solas.

Jeonsook tenía miedo, muchísimo miedo y angustia. Pensó en irse, tal vez cerca de París o inclusive fuera del país, pues no quería sufrir lo mismo que una vez ya sufrió.

Jeonsook decidió no tomar acción de nada, lo que será, será... así como aquella ocasión en 1959.

Siempre lo supo, nunca hubo falsas pistas o distracciones, las memorias de su vida pasada habían estado siempre presentes sin siquiera cuestionarse, desde su niñez.

Jungkook estaba aquí presente, el mismo de aquellos tristes y desolados años, con miedo y esperanza.

Sabía que Taehyung nunca fue un mal hombre, que su amor había sido un lazo demasiado fuerte entre los dos, y que no mintieron al decirse te amo. No podía culparlo, los sesenta fueron unos años tan duros que hasta el mismo lloraba al recordar.

No podía culpar a Kim Taehyung de aquel amor que quedó inconcluso. A ese hombre inseguro, pero del cual recibió amor, por que, en su anterior vida, fue a quien amó de verdad por primera vez.

Pero era difícil.

Lo único que le quedaba era esperar, a que el alma de Kim Taehyung hiciera presencia de vuelta y quizás, sólo quizás... intentarlo una vez más.


*


- ¡Dios mío Taehyuk! ¿Dónde te metiste toda la noche? Nos dejaste muy preocupados a tu padre y a mí ... ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

- mmh... ¿eh? – fue lo único que pudo modular.

- Hijo, tu madre estuvo despierta toda la noche, ven acá ¿estás bien?

Su padre lo tomó de los hombros y casi lo arrastró hasta la sala de su casa, pues se encontraba parado en la puerta de enfrente después de llegar hace sólo 5 minutos en su auto. Lo depositó en el sofá más grande, recostándolo, dejando su cabeza sobre un cojín.

Su vista no estaba perdida, tampoco se sentía mal, ni siquiera fuera de orbita, él solo estaba pensando, con su mirada fija en el techo.

- Estás todo sucio querido, mírate... ¿Dónde te has metido? – su madre colocó la palma de su mano en su frente y mejillas, buscando algún indicio de fiebre. Después, quitó su camisa para cerciorarse de que este no tuviera alguna herida de gravedad.

Para su fortuna, sólo había rasguños.

Rasguños que habían sido hechos por él mismo, en aquel callejón.

- Amor, llama al doctor Stevens para que lo vea y –

- No – interrumpió Taehyuk, tomando la muñeca de su madre de forma repentina – estoy bien mamá, yo solo... yo solo, salí a tomar anoche y t-terminé muy ebrio.

Su padre se aceró a él, observándolo.

- No sabía que bebías alcohol hijo.

Oh.

- Yo... bebo desde hace poco, ya saben, por el estrés del trabajo.

Sin duda aluna sus padres no habían creído nada de las excusas que él había interpuesto para evitar contar lo que en realidad sucedió. Y es que, ¿Cómo demonios cuentas que ya no sólo eres Kim Taehyuk? que ya no eres sólo el hijo que ellos conocen.

¿Cómo mierda explicas a la gente, que tienes memorias de tu anterior vida?

Un chiste para muchos, una realidad para él.

Su madre, a pesar de no haber creído ni lo más mínimo, le dio un remedio casero para bajar la "tremenda cruda" que le estaba pegando a Taehyuk.

¿O Taehyung?

Todo el transcurso del día, Taehyuk pasó recostado en su cama, analizando cada recuerdo de Kim Taehyung y ordenándolos entre sí, concluyendo con toda una vida, la cual seguía sintiendo en su piel, la cual le seguía ardiendo en el pecho.

Hoy siendo aquel hombre de los sesenta, en una sociedad nueva, rodeada de nuevos valores y culturas, recordando a su Moonflower y también al hombre de la pastelería que le recobró la conciencia cuando su cuerpo cayó inconsciente aún con la mente de Taehyuk, y que lo recibió de vuelta con aquellos ojos oscuros que aún seguían teniendo toda la galaxia dentro de sí.

Aquellos mismos ojos llenos de inocencia y pureza, que una vez derramaron todo el dolor hecho lágrimas.

No tuvo que pensarlo mucho; tal vez fue su desesperación e inclusive su ignorancia, pero aún así, decidió.

Decidió, que iría por él.

Por su ángel, por su flor de luna.

Por su Jungkook. 

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Pronto iniciaré una novela de mi autoría :)

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