Hambre

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—Tengo hambre —fue lo único que aquel pequeño niño, pronunció y el rostro, ya pálido, de los intrusos se pintó con horror.

Antes que se cumpliera un segundo todos, en medio de gritos, tropiezos y empujones, habían salido de aquella casa de tejas francesas.

—Aún tengo hambre —pronunció el niño mientras se ponía de pie y lentamente comenzaba su caminó hacia la puerta por donde los intrusos habían huido, dejando atrás la pila de huesos roídos de quienes habrían sido su familia.

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Este microcuento está inspirado en "Carnavalito de monstruos (micro cuentos, retos, etc)." de CarnavalDeMonstruos
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Un hombre sonrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora