Un hombre sonriente

Te espero...

"Espero...

Ya sea que vuelvas en unas horas o unos días, yo te espero.

Ya sea que el tráfico te demore o la vida te ponga obstáculos y te tardes años o toda esta vida... Yo te espero.

Espero para poder volver a verte con tus sonrisas o lágrimas, ver esos ojos que no dudan en mantenerme la mirada.

Yo te espero, con un corazón roto, con un corazón cálido, con un corazón ya tuyo.
En el frío, en el viento o en el calor del verano... Te espero.

¡¡Realmente lo hago!! Aunque sepa que no ganaré nada, aunque sepa que ya no volverás. Porque, aunque quisieras... Ya no puedes. Yo misma me he encargado de que no puedas volver, por ello estoy en esta celda escribiendo que te espero.

Solo sé que espero, ya sea a ti o a mi último aliento... Quizás ambos lleguen al mismo tiempo y por fin pueda ver tu risa, tu llanto y tus ojos claros. 

No tengo certezas y menos arrepentimientos, porque eres mío, completamente mío, por eso cuando te encontré en nuestra cama con ella me vi en la obligación de teñir las sabanas de rojo. Pero fue porque eres mío, que no deje que sus sangres se mezclaran, porque hasta eso me pertenece.

Están por apagar las luces...

Solo quería decirte que te espero, pero parece que me nuevamente me fui por las ramas."

La mujer dentro de la celda, dobla aquella hoja rayada, lugar donde él habita, lugar donde lo vuelve a la vida desde que entró a prisión. Y mientras mastica aquel papel, saboreando la tinta, las luces se apagan.