☁️Capítulo II☁️

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Las palabras de Antony hicieron que los recuerdos del día del accidente inundaran mi mente. Un coctel de emociones que me aseguraba devolver la nada que había en mi estómago, los recuerdos me rasparían la faringe hasta hacerme llorar, pero fue inevitable e imposible retener las imágenes que poco a poco nublaron mi mente.

"Aquel era sin lugar a dudas el escenario más horrible que jamás pude haber visto. Mi madre, mi padre y mi hermana, estaban dentro de un auto que aparentemente estaba debajo de otros dos. Mi padre golpeaba el vidrio gritando, rogando y pidiendo que los sacaran. Mi hermano lloraba y gritaba y mi madre únicamente sollozaba en silencio.

Lo más desesperante eran las personas que permanecían de pie con sus teléfonos hipnotizadas e incapaces de hacer algo al respecto y revertir lo que el destino había planeado para ese día, nadie llamaba a emergencias o a los bomberos. Nadie lo hacía. Nadie lo haría, simplemente no lograba asimilarlo. Corrí hacia el auto, con el llanto atascado en la garganta. Con la esperanza escapando de mis manos.

Los gritos de las personas me advirtieron que uno de los motores del auto que aplastaba los otros 2 iba a explotar en pocos minutos, pero se escuchaban a lo lejos. La desesperación corría por todo mi cuerpo haciéndome sudar frío. Comencé a golpear la ventana con la esperanza de romperla y salvarlos. No lo lograría, y él tampoco. Pero no lo sabíamos, que ingenuos fuimos.

Las lágrimas rodaban por mi rostro, el vidrio no se rompía, el humo comenzaba a invadir el área..."

- ¡Alai! ¡Despierta! -escuché al tiempo que mi hombro era bruscamente sacudido. Él aparentaba miedo al ver mi rostro petrificado, pero en el fondo sabía que sería inevitable evocar todos los fragmentos del día del accidente.

-Yo... - intente explicarme, pero el nudo en mi garganta no me permitía pronunciar palabra. Tragué con fuerza, pero no desapareció.

-Está bien, siento haberte hecho recordar

-No, está bien - en ese momento el único pilar del que me sostenía era la esperanza de que fuera un sueño. Otra mentira idílica que no me salvaría. No esta vez.

- ¿Quieres que te cuente qué pasó con Ricardo? - inquirió, curioso, pero con una pisca de miedo e inseguridad en su tono de voz

Sabía perfectamente que algo así me afectaría, que me hundiría más en ese pantano de arena movediza de agonía, de miedo, de frustración, de dolor al rojo vivo. Era consciente de que algo así me haría rasgar mis cuerdas vocales por el llanto, de que me arrancaría un pedazo más de los escasos fragmentos de esperanza que aún preservaba mi musculo cardiaco. Aun así, asentí en silencio, y esperé.

-Bueno, cuando tú...

Un firme golpe en la puerta interrumpió la narración

La cabeza de la enfermera se asomó por el umbral de la puerta y se aclaró la garganta antes de hablar.

-Vamos a trasladarte a otra habitación, un paciente que está muy delicado la necesita urgentemente.

Desde hace 2 semanas he estado en una habitación de cuidados intensivos, y aparentemente la explosión no era el único accidente, como mi mente me decía , y en aquella clínica costosísima que el seguro familiar cubría, no había habitaciones suficientes.

-Será una habitación compartida- agregó la enfermera sacándome de mis pensamientos.

- ¿Puedo ayudar en algo? -se ofreció mi amigo. Eso era lo más resaltante y flamante de su personalidad, podía poseer todo el orgullo del mundo; pero cuando lo necesitabas, él no dudaría en ayudarte, sin importar que eso implicara tragarse su orgullo.

Pink skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora