Él, un niño de clase media que se pasaba las tardes ideando crímenes en su cabeza y buscando explicaciones. Ella, una niña que salía a comprar la leche que su padrastro le exigía para que no le "tocara tunda", como él le llamaba. Una tarde de verano Julio había ideado un crimen al que bautizó "la muerte del mismísimo Mauro, el padre".
Inventó que el pastor del pueblo había sido asesinado por uno de los monaguillos que lo ayudaban, pero no sabía cuál. Así que tenía que interrogar a varias personas del pueblo para que éstos le dieran las pistas suficientes y encontrar al culpable. Un juego de niño, una distracción para poder transitar los días siendo un curioso con una mente nueva en un lugar lleno de lentos con las mentes viciadas.
Las tardes eran bastante calurosas y la gente del pueblo nunca tenía humor para las preguntas de Julio, ya lo apodaban "el chismosito". Intentaba cuestionando a doña Roberta, la veterinaria, pero ésta lo mandaba a volar muy lejos con respuestas como "no estés chingando ahorita niño" y el clásico "Shhhh". Intentó con Roberto, el dueño de la miscelánea, pero estaba muy ocupado para atender al pequeñodetective, por lo que Julio se estaba dando por vencido. Cuando sus ganas se estaban acabando, salió de la tienda y logró ver algo que iluminó sus ojos, los hizo brillar tan fuerte al grado que el Sol tuvo que ponerse lentes. Era la pista que estaba buscando, para el crimen más importante de su vida.
Creaba escenarios a diario, pero entre crimen y crimen buscaba las pistas para uno mayor al que nombraba con una pregunta "¿quién roba la luz del sol por las noches?". Según él, tenía la pista clave frente a sus ojos. Una niña de pelo castaño que se podía confundir con la arena del suelo. Su frente apenas alcanzaba la altura de sus pectorales, así que no superaba los 1.45 metros de estatura, era la forma en que Julio media el tamaño de las personas. Sus piernas se asemejaban a dos popotes y sus brazos a dos ramitas del árbol más frágil del pueblo. Era una incógnita como podía cargar los dos galones de leche que le había pedido su apá sin antes quebrarse. Su piel era morenita, color bronce, suave como la lana de una oveja y brillaba con el sol. De su frágil cuello colgaba un crucifijo de oro, al queapretaba con todas sus fuerzas siempre que se emocionaba. Sus ojos eran como si se hubiera robado el color del cielo al nacer, eran la envidia de todo el pueblo, ella era la envidia de todo el pueblo.
Y es que, en ese pueblucho, todos se conocían, o más bien, nadie pasaba desapercibido. Julio tomó su cuaderno con unos nervios incontrolables, al final del día era un niño, apretóla hebilla en su pantalón y como buen detective valiente se acercó a la sospechosa.
- Hola señorita, nunca la había visto por aquí -, le dijo mientras sostenía la enorme hebilla de su cinturón.
- ¿Acaso se esconde de algo? –
La forma de hablar de Julio y su curiosa voz hicieron que Luna no lo ignorara, aun cuando sabía que, si no se apresuraba, su padre la iba a regañar.
- No, no me escondo de nada- Sonrió con un gesto que sólo hizo el interés de Julio aún más profundo .
- Es de que mi apá no me deja salir mucho de la casa, piensa que me van a robar o algo -, a lo que Julio respondió:
- No le creo, siento que oculta algo y esos dos galones de leche parecen muy pesados, permítame ayudarle mientras contesta mis preguntas -.
Julio no actuaba nada tonto, aunque dentro de su inocencia sí buscaba la tan ansiada respuesta a su pregunta. Su verdadero objetivo era llamar la atención de la niña que lo había dejado tonto, que había hecho de su visión una odisea. Mientras los dos niños iban de camino a casa de Luna, Julio aprovechaba para cuestionarle varias cosas. Quería aparentar que era muy profesional, pero era tan solo un niño en el cuerpo de un adulto con una mente infantil, solo disfrutando de su niñez.
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Hasta donde llegan tus sueños
Mystery / ThrillerEsta es la historia de un ser maldito. Julio Altamirano. ¿En qué momento logrará entender la intensidad de sus sueños?