¿De regreso al presente?

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Julio logró llegar al piso de su cuarto y se detuvo por unos momentos. Todo a su paso continuaba derritiéndose poco a poco, se quemaba en un fuego tan ardiente que ni el sol podría aguantar. La mente de Julio destruía hasta los recuerdos más cercanos, quería que todo se fuera, quería que todo se esfumara y no quedara nada dentro de una cabeza extorsionada y lastimada. Ya eran las 6:30am y el astro no se quería asomar. Nadie quería observar al maldito y su dolor. Había tardado todo ese tiempo en subir sus escaleras, su dolor era profundo, tan profundo que inhabilitaba cada vena en su cuerpo. El mejoranimaba a su hermano a continuar, le gritaba en su idioma incomprensible, pero con mucho esmero. Todo por llegar a su cuarto, todo el camino para alcanzar su objetivo. El lugar donde podrá poner fin a su dolor. A la pesadilla que lo acogía.

 -Maldito sea el hombre que camina sobre esta Tierra, descalzo y desnudo, con una visión clara y concisa. Maldito sea el hombre que camina en este mundo con valores vagabundos. Maldito el momento en el que decidí, descalzo, caminar por el sendero de las piedras incrustadas, de los temores más profundos, del dolor más intenso. Maldito sea el hombre que confía en otro hombre. - 

Por fin logró pronunciar unas de las frases que tanto repetía pero que nadie entendía. El mejor lo escuchó, pero no lo entendió. Nunca antes había mencionado una frase así, se le conocía por ser un hombre positivo y correcto, que buscaba el beneficio de todos, algo fantasioso. Pero estas frases denotaban tristeza y hartazgo, negativismo y algo de realidad. 

 Piso su cuarto y se tiró al suelo. Ya no lo movían sus piernas, ni sus brazos, el mecanismo más perfecto se había roto. Lo único que movía el cuerpo muerto del maldito era su destino. Sus fuerzas estaban totalmente agotadas, sus ganas acabadas y su espíritu quebrantado. 

– ¿Cómo romper lo irrompible? -

 El mejor comenzó a llorar, ahora entendía que era lo que se aproximaba. Observo la cara de su héroe y entendió la solución que Julio buscaba. Comenzó a sentir un aire frío, un aire que se sentía como agujas. Agujas que se enterraban en su piel sin problema alguno y eso que la piel del mejor era dura como el hielo, así las sentía. El frío en su cuerpo lo hacía sentir inmóvil, estaba sucumbiendo ante el sufrimiento de su amigo, verlo así lo mataba en vida.

 El maldito parecía ser arrastrado, pues en su cuerpo no había fuerza alguna. Su cuarto era muy grande, parecido al de un presidente. Del lado derecho una cama en la que tantas veces le hizo el amor a su ángel. Se observó en el espejo enorme que tenía en su cuarto, pudo ver su rostro totalmente quemado y desfigurado porque no había parado ni un momento de llorar lágrimas de ira y dolor, que solo lo quemaban y lo hacían sufrir cada vez más. Observaba la cama con sus ojos rojos y se imaginaba cada noche que había compartido con su amada. 

El lento abrazo a su crucifijo. Los orgasmos que habían sido liberados como humo en el aire. El caudal de placer que había sentido cuando sus dos cuerpos parecían ríos, que se unían para formar uno solo. Las caricias transcurridas y la emoción inexplicable. Un deseo infinito, el éxtasis más grande. El ritual, la danza bendita de dos almas enamoradas invocadas a volar, levantándose de este mundo plano para soportar lo espiritual. Sus extremidades sintiendo cada parte del mundo del otro. Acariciando los paisajes, apretando las montañas y sumergiéndose en el mar. La sincronía de los árboles al moverse al ritmo de la flor y la abeja, de la manzana y la gravedad. Todo para llegar a la culminación del grito final, grito que anuncia vida, grito que anuncia muerte, porque al fin y al cabo estas solo son la una y la otra invertida. 

Recordarlo le daba algo de energía para moverse, para pensar, su amor por ella era tan intenso que ni la poesía más profunda podía explicarlo. 

 Levantó su brazo con el último aliento de energía que le quedaba y se tocó los labios. Unos labios que no hace mucho habían sentido las nubes y probado los más dulces sabores. Cada uno de los besos de su amada habían sido una explosión de emociones, un manantial de agua caliente, un erótico momento de pasión e inocencia, de respeto y prudencia, de dignidad. Ahora sus labios se quebraban por el frío y se rompían por el rencor. 

Hasta donde llegan tus sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora