III. Silencio.

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Piensa lo que quieras, yo ya me iba le respondió la morena con enfado.

En esta ocasión Ruth, zafó su brazo del amarre de Goitia, que se había suavizado conforme el tiempo, le retiró el libro de las manos a Nabor y pasó a sentarse en su silla habitual.

Podía seguir disfrutando de más momentos en la biblioteca, ese título le figuraba enigmático y aunque sacrificara sus intentos por salir al exterior; había encontrado un nuevo motivo para aprender.

Se dispuso a abrir el libro, y lo que comenzó con una narración terminó siendo una inmersión al mundo perdido.

Y ahí estaba; Ruth Munive engullendo palabra tras palabra. Con expresiones que oscilaban entre la sorpresa, la incredulidad, la rabia.

Esto es sorprendente... murmuró para sí.

El edificio de la antigua Aduana de Tampico es un edificio con un estilo arquitectónico neoclásico, de tipo industrial. Se empezó a construir en 1896, durando 4 años, terminando así en 1900 y fue inaugurada 2 años después, el 16 de octubre de 1902 leyó sorprendida para sí, Munive.

Dos personas se encontraban a una distancia considerable de ella.

Por un lado, Elizabeth Sagahón. Había escuchado cada palabra emitida por los tres receptores en el pasillo 3. Había devuelto la compilación de Plath al estante y en cuanto sacó el título, logró divisar a Nabor curioseando sobre un libro más viejo, lucía muy distinto a los ejemplares más viejos que auspiciaba el internado.

Elizabeth... había escuchado cada palabra, se miró sus zapatos. ¿Hacía cuánto no se interesaba por algo que iba más allá de sus hombros? No pecaba de egoísta, simplemente todo le parecía soso. A veces lograba ahogarse en Bravante, y aunque tenía grandes posibilidades de visitar al exterior a comparación de muchos de sus compañeros, había momentos en que la duda se cernía sobre ella, ¿algún día sería libre?

Y por el otro lado; Román Senillosa quien salió tranquilo de la biblioteca, rumbo al pasillo común. Sus pasos, sigilosos, acarreaban aún más preguntas. Había presenciado aquella escena, tres... se había quedado sorprendido.

Ruth Munive no sabía que secretos más interesantes podría esconder este enigmático libro, había pasado aproximadamente media hora intentando recordar qué obras arquitectónicas había pasado por alto; la respuesta: ninguna.

La idea de que un lugar tan magnífico y al mismo tiempo misterioso, haya sido borrado sin previo aviso... una construcción tan grande, con solo el chasquido de sus dedos.

Observó el ala oeste de Bravante, eran apenas las 5pm, pero parecía que todos habían decidido recluirse en sus dormitorios. En otros momentos, el pasillo, antaño abarrotado de estudiantes, ahora lucía particularmente vacío.

Reflexionó mientras buscaba las escaleras que la llevarían a la zona inferior. Su mente intentaba conectar algunas piezas, pero en el momento en que estas se materializaban con mayor fuerza; una especie de bruma nublaba su juicio, comenzaba a meterse en asuntos fantásticos algo que sencillamente no iba a permitir, ¿o sí? Ruth agitó su cabeza intentando alejar esas ideas.

Prefería tomar un poco de aire fresco, Nabor le había comentado que era muy extraño que ella, Munive, MUNIVE, no supiera con exactitud un lugar dentro del Centro de Tampico.

Tomó asiento en las jardineras traseras con las que contaba Bravante, y se dispuso a pensar.

Su mente comenzó a presentar divagaciones. Una dama bailaba en el salón, era el centro de atención, un hombre orgulloso se acercaba a ella.

Internado Bravante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora