.5 Nubes en el cielo

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Elizabeth Sagahón

Internado Bravante ubicado en:

Zona Centro, 89000 Tampico, Tamps.

...

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Un momento regresaba, la nostalgia emanaba de esos garabatos. Constantes y negras letras se extendían en aquella carta, lo único tangible a lo que Elizabeth podía aferrarse. El tiempo volvía a correr, al igual que muchos de sus fragmentados y aislados recuerdos.

Enero, 2019.

Un día volvía a comenzar en Bravante, otro día, en otro tiempo, pero al fin y al cabo, otro día.

Desempacó a una velocidad increíble, o eso fue lo que alcanzó a escuchar Sagahón de su compañera, una tal Alejandra que por momentos le lanzaba miradas de terror. Rió para sí, era mejor mantenerla a raya.

Armó nuevamente el pequeño estante que mantenía algunas de sus revistas del corazón, y unas compilaciones de poemas escondidos tras carátulas de vinilos, y unos cuantos libros que habían abierto sus páginas para ella muy pocas veces.

Comenzó a apilar algunos de ellos, quizá alguna de las piezas de su estante portátil habían quedado flojas porque la estructura entera se vino abajo, como si de un castillo de naipes se tratara.

Un ruido seco, uno de esos títulos seguido de un sobre aterrizó debajo de su cama.

Se empeñó en arreglar el desaguisado alboroto del estante, y pasó a recoger el título junto a... ese sobre... esa carta. Suspiró mientras se sentaba en la cama, y comenzó a recordar... ¿por qué había escrito esto? ¿Qué más le quedaba de esa noche? un vacío que se volvía insoportable, y aumentaba en cuanto volvía a pensar en ella.

Su soledad se había vuelto tal, que continuaba contando los días para largarse, este año, había hecho una resolución; ser libre.

Rió para sí, y decidió acomodarse mejor en la cama, a veces solo nos quedaba el dolor ¿no? no había nada más, ¿qué mas daba si volvía a leerlo? ese anhelo y ese monólogo de todos los sentimientos que alguna vez, quisiera entregarle a ella.

Identificó su escritura, esa débil línea que se hacía más fuerte conforme los párrafos avanzaban. Una prueba de que sus sentimientos se materializaban con fuerza. El lenguaje... ¿del amor?

Marié...

Era mi primera víspera de navidad, y la tuya, era la última. ¿Por qué el destino había terminado por presentarnos, en una fecha tan entrada al final? Creo que nunca terminaré de maldecirle, y al mismo tiempo pensarme, como alguien que estuvo centrada durante mucho tiempo en sí misma, y los pasos que daba, sin mirar atrás, sin mirar alrededor.

Ese día creía que el destino me sonreía por primera vez, había logrado salirme con la mía dentro de mi núcleo familiar, plagado de reglas, sonrisas falsas y convivencias amargas. Un hogar al que nunca alcanzaré a llamar como tal. De entre todo el desastre, no pensaba con más emoción que permanecer en Bravante (por si fuera posible), evitar la navidad y recibir las primeras ventiscas junto al río.

Entonces apareciste tú, amarga, y dulce, una paradoja, resentida y libre por una fecha que solo te acarreaba malos recuerdos, y me dedicaste una sonrisa...

Una lágrima resbaló del rostro de Elizabeth, y recorrió aquella despedida, escrita a puño y letra, sin dañarla apenas, más que dejar un camino de sal en la hoja... sus recuerdos comenzaron a aparecer...

24 de diciembre, 2018.

Otro día comenzaba en Bravante, otro día...

Recibió una carta de su padre, la semana de los finales. Rió para sí mientras recordaba cómo había roto el anticuado pero dinástico sello de cera de los Sagahón. Suspiró, y se preguntó sobre el cinismo de la situación, en cuanto encontró una invitación insípida y cortante a la fiesta anual de noche buena, el destinatario: su familia.

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2022 ⏰

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