𝙣𝙤𝙫𝙚𝙣𝙤 𝙖𝙥𝙤𝙙𝙤

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Un chillido se dejó escuchar en todo el lugar, haciendo eco y llamando la atención de las otras pocas personas que estaban presentes a su alrededor con una mirada de desconcierto, causando que sus mejillas regordetas se tiñeran de un tenue rosado y volviera a centrar su atención en el pequeño gato frente a ellos.

—Es demasiado tierno.— Susurró Ni-Ki en un fallido intento de excusar su reacción eufórica mientras acercaba su mano al borde de la jaula, queriendo jugar un poco con el felino en el interior. 

—Ni-Ki..— Jungwon no pudo evitar reprimir una sonrisa al mirar la actitud tan adorable del chico.— Te gustan mucho los animales ¿Verdad?

—Sí.— asintió Nishimura bajando la mirada. 

Yang acarició la cabeza de Maeumi (el pobre cachorro ya había pasado por lo peor de la visita al veterinario, así que ahora tocaba tranquilizarlo) mientras que inevitablemente sus labios se curvaban lentamente hacia arriba.

—Debí haberme imaginado que algo como esto pasaría.— Pensó en voz alta.  

Riki tenía algo de fama en relación con los animales de cualquier especie, y era que, ya fueran grandes o pequeños, salvajes o domésticos, el japonés siempre se acercaría a ellos para jugar, alimentarlos o simplemente admirarlos en cada movimiento o detalle que hacían.

—¿Por qué?— Rió rascándose la nuca.—¿Acaso Jake te ha contado algo? 

El mayor de ambos no pudo evitar soltar una carcajada. Si, el chico australiano le había contado la anécdota con su complicada forma para adoptar a Layla, su perrita (una decisión no tan fácil por cierto pues Ni-Ki quería llevarse a todos los animales en el refugio). 

—Me emociona el ver a los animales y jugar con ellos.— Admitió Nishimura acariciando la cabeza de Maeumi.—Porque yo quisiera tener una mascota aquí. 

Yang no despegó su mirada de los labios de Ni-Ki mientras hablaba, asintiendo a lo que decía.  

— Extraño a Bisco.— Puchereó el chico alto mientras sentía como sus mejillas comenzaban a humedecerse. No podía negar que hablar de lo que anteriormente era su hogar lo ponía quizá demasiado sensible. 

Jungwon de inmediato al darse cuenta de lo que sucedía, trató de limpiar su rostro con el dorso de su mano, un poco asustado por su reacción. Era la primera vez que Riki lloraba frente a él. 

—Ni-Ki.—Dijo frenético, sin saber como reaccionar ante la nueva faceta de su menor.—¿Quieres que te traiga algo?, ¿Comida?, ¿Juegos?, ¿Chocolates? Sabes que puedes pedirme lo que sea, te lo traeré lo más rápido posible. Puedo viajar hasta tu casa y traer a tu linda mascota, ¿Bien? Pero por favor ya no llores. 

El japonés sonrió pequeño ante la desesperación de Jungwon quien parecía tener un colapso mental entre sus dudas existenciales y mascotas en susurros. Se detuvo cuando logró escuchar su risa, con su corazón calmándose por fin al sentir los brazos ajenos rodeando su cuerpo en un abrazo de agradecimiento, cargado de cariño. 

Después de todo, aquella visita no fue tan aburrida como esperaba..

Pero eso era algo de esperar ¿No es así? Ni-Ki era de ese tipo de personas que sin previo aviso se podían adentrar en tu corazón y residir ahí hasta que decida ya no latir más, que con su misma amabilidad y calidez quisieras permanecer junto a él para siempre. 

Y ya era muy tarde para Yang Jungwon, pues podría asegurar que éste estaba dispuesto a entregar el suyo si él se lo pidiese. 

Solo porque simplemente era Nishimura Riki quien se lo pedía.

Fin.

𝗔𝗣𝗢𝗗𝗢𝗦 ➤ wonkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora