3. Una nueva y extraña familia

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Era la tercera vez que intentaba ese ritual.

Tenía los ingredientes, todos y cada uno de ellos como especificaba el libro que Ylva le había prestado, se sabía de memoria el hechizo en lengua antigua que debía recitar, tenía la concentración máxima que había alcanzado en toda su larga vida y sentía a magia fluyendo fuera de él para crear tres nuevos seres, seres mucho más poderosos y amorosos que él.

Esperaba que esta vez saliera bien.

Había vivido por tantos años, casi un siglo, pero durante todo ese tiempo había estado solo, muy solo, conociendo gente en cada rincón del mundo que se había dedicado a explorar, y aunque no le había importado mucho, ahora que las canas teñían su largo y viejo cabello de colores grises y plateados que le recordaban a los hilos de una manta vieja, lo estaba resintiendo, y mucho.

No quería morir estando solo.

Y quería poder amar a alguien, no específicamente un amor romántico de pareja, eso ya no sería posible y no le interesaba, simplemente quería amar a alguien, un ser especial, muy especial, quería un cachorro.

O bueno, tres.

Y lo lograría, así que puso toda su energía en la pequeña hoguera que tenía enfrente de él en esa pequeña cueva, un hoguera que ardía abrumándolo y se sacudía bruscamente por el aire que hacía esa noche de diciembre, hoguera a la que había arrojado todos y cada uno de los ingredientes, haciendo que chispas parecidas a las estrellas salieran de esta, amenazando con quemar su ropa, su cara, como había pasado con anterioridad.

Pero esta vez trató algo más.

Esta vez cerró sus ojos y buscó en su interior todo el amor que tenía, todo el amor que alguna vez hubiera sentido, todo el amor que les tendría a sus hijos, el amor que ya les tenía, se imaginaba sus caras, sus hermosas y familiares caras que había visto en sus visiones futurísticas, sus ojos, todos en tonos azulados, como los de él, sus sonrisas que le dedicaban o se dedicaban entre ellos, la calidez de sus abrazos, sus voces al llamarlo padre.

Eso último le calentó el alma, haciendo que mucho más energía y poder salieran de él, casi como una enorme ola de mar y allí fue cuando lo supo. El ritual había terminado, lo había logrado, había magia suya en tres nuevos seres en ese extraño y enorme mundo.

Pero algo había salido mal, muy mal.

Sus cachorros no estaban con él, no estaban en frente de él como deberían estar, y no estaban en la casa oculta en el bosque, casa que habitaba hace poco, los sentía vivos, sí, pero lejos, muy lejos y esa lejanía se agrandaba más y más con cada segundo que pasaba tan alejado de ellos, haciendo que su lobo le exigiera que los buscara.

Y eso hizo.

Había pasado casi dos décadas haciéndolo, pero valdría la pena, lo sabía.


─── ∙ ~☆~ ∙ ───


El corazón de Louis latía demasiado rápido.

Sabía que era por la adrenalina del momento, es decir se había librado de una grande huyendo de ese reino de una manera tan llamativa y abrupta, y ahora volaba lo más rápido que podía Galt hacia el norte, siendo acompañado por el viento cortante en su rostro que sacudía su ya despeinado castaño cabello, por las nubes en el cielo y por un hermoso atardecer en tonos naranja y amarillos que hace años no veía tan bien, era tan hermoso y lo disfrutó todo lo que pudo, sintiéndose libre por primera vez en su vida, sintiéndose libre finalmente.

Runaway [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora