Drogado, sin ser capaz de poder saber donde estaba, Nicolás intentaba moverse pero le era inútil. Intentó formular alguna palabra pero le era imposible; no sentía la lengua. La habitación se iluminó, cegando momentáneamente al castaño, quien achinó los ojos mientras se acostumbraba de nuevo a la luz. Estaba en una habitación, a su sorpresa no estaba solo; una figura de una mujer estaba enfrente suya, con un saco en la cabeza que le cubría el rostro. ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era que él se había acostado en su cama luego de cenar con su padre… ¡Su padre! ¿Qué será de él? ¿también lo habrían secuestrado? Muchas preguntas se le rondaron por la cabeza, sobre todo aquella donde se preguntaba quién era la fémina que estaba delante suya; quien parecía aún estar inconsciente.
El silencio fue asesinado por el sonido de una bisagra, una puerta se estaba abriendo. Nicolás posó su vista de donde provenía el ruido. Quedando atónito por quienes entraban, no por miedo, sino porque ellos llevaban ropa de su grupo, insignias que reconocía de la jerarquía, y detrás de ellos, el hombre que se encargó de adoptarlo y pagarle los mejores maestros de todo tipo para ser una máquina de matar.
— Veo que al fin despiertas, Nicolás. —Comentó, frotándose uno de los anillos que llevaba.— Odió que esto tenga que ser así pero… ¡¿en qué mierda estabas pensando?! ¡¿traicionarme a mí?! ¡¿el hombre que te dio todo?!
Nicolás no entendía a qué se refería. En ningún momento buscó traicionarlo, recapituló, intentando buscar si había cometido un error fatal en alguno de sus encargos. Ninguno, todos fueron hechos a la perfección, ¿por qué pensaba eso? Lágrimas comenzaron a salir de los ojos del joven, quién todavía no entendía el por qué de esto.
La razón por la que aquel hombre pensaba de esa manera era simplemente estúpida y psicótica, veía en Nicolás el arma perfecta. Tenía miedo que este se revelase contra él y que decidiera matarle, tanto era el miedo que incluso creía que lo estaba traicionando.
— No voy a matarte, no no no, no aún. Darte una muerte rápida sería terriblemente estúpido para un traidor como tu. Tsk, conspirar para matarme, luego de haberte dado todos los lujos posibles… eres un niñato malagradecido.
Se acercó a la figura femenina, destapando la cara de esta. Nicolás empezó a moverse desesperado luego de ver quien era, su amada, con quien estaba saliendo y esperaba a que ésta cumpliera la mayoría de edad para poder vivir juntos. ¿Por qué hacía esto si él no había hecho nada en su contra? No podía gritar, simplemente podía quejarse.
— U-uh… ¿donde…? —La mujer poco a poco iba despertando luego de que le quitaron el saco de la cabeza.— ¿Nico? ¿Querido? ¿Qué haces aquí? —Tras ver al castaño frente suya, amarrado a una silla, volteo a ver a sus alrededores, desesperándose al ver que estaba en una situación horrible. Largando en llanto inmediatamente.— Nico, ¿qué está pasando...? ¿Por qué no hablas? Tengo miedo…
— Que lindos se ven juntos, qué lástima que eso durará poco de ahora en adelante. —De su bolsillo, sacó una navaja, la cual clavó en la mano de la chica, logrando que ésta empezase a llorar y gritar del dolor. Se acercó a Nicolás, tomándolo de ambas mejillas para que le mirase.— Sufrirás de la peor forma posible.
El castaño solo se podía limitar a quejarse, llorar e intentar moverse con la silla mientras veía a su supuesto padre torturar a su novia frente a él. Le quitaba las uñas con el cuchillo, le cortaba las articulaciones, cortaba los labios lentamente, etc. Como todo un profesional. Pasaron algunas horas, y finalmente la dejó en paz, irreconocible a como era antes.
— ¡Scaletto! Traeme mi arma.
— S-si, como ordene, señor…
Aquel señor obedeció la orden de su superior, llevándole la 1911 que le pertenecía a su hijo. Mataría a la novia del chico con su propia arma; la cual tenía rayado el nombre de su pareja a un lado. Posó la fría boquilla de metal en la nuca de la fémina, jalando el martillo del arma hacia atrás, generando su peculiar sonido.
— Nico, tengo miedo. —Sonriéndole a su querida pareja, dijo sus últimas palabras. Antes que la bala acabase con su vida.—
Nicolás se quejó en llanto, cayendo en un estado en el cual ya estaba cansado de llorar. La luz de sus ojos poco a poco se apagaba. La única persona que le había conocido antes de su vida criminal, asesinada.
— Dormirás, comerás, defecaras y todo, con el cadáver de tu novia delante tuyo, hasta que se pudra por completo.
Tras terminar, dejó el arma a un lado, limpiándose la sangre de la chica que le había salpicado al rostro. Abandonó la sala en silenció, dejando nuevamente al castaño solo en aquella oscura habitación.
Los meses pasaron, ya era enero. Era el 19 de aquel caluroso mes. Cumpleaños de Nicolás.
Nuevamente y como de costumbre, la puerta se abrió y las luces se encendieron. Durante ese tiempo, Scaletto cuidaba de Nicolás, le daba de comer, beber, bañaba y curaba luego de cada tortura.
Hoy era el día de su muerte, aquel hombre estaba esperando para matarlo el día de su cumpleaños. Matarlo el mismo día en el que había llegado al mundo.
Entró y sin palabras le pegó con una palanca en el pecho, derribando la silla hacia atrás. Normalmente, Nicolás se hubiera quejado de semejante golpe, pero luego de ser torturado por meses junto al cadáver de su novia había matado todo tipo de emoción por vivir. Hasta el punto de entumecer su cuerpo completamente por las torturas. Que iban desde arrancar uñas y llenar la carne viva con sal hasta quemarle con hierro caliente la cara. Estaba ya en un estado deplorable. La muerte era su mejor opción.
Golpe tras golpe, se podía sentir el crujir de sus huesos, costillas rotas atravesando los pulmones, hasta luego desfigurarle la cara a golpes. El trabajo de un matón. Aún con vida, a pesar de los golpes, fue dejado allí. No sin antes, colocar una bomba para asegurarse de matarlo y que no se sepa nada de él.
El contador sonaba, hasta simplemente todo se volvió oscuro. Que extraño, supuestamente debería ser al revés. No vio su vida pasar frente a sus ojos. Sentía como si simplemente estuviera en un sueño. De pronto, una voz, tenebrosa y de ultratumba, taladro su cabeza.
— Acepta tu papel como aquel quien trae muerte, y yo te brindare mi poder. Pero todo tiene un costo, uno que no te contaré hasta que no aceptes.
Para él, simplemente todo eso era un sueño. Seguramente ya estaba muerto y estaba en sus últimos segundos astrales. Así que aceptó.
— Acepto mi rol de traedor de muerte, ahora cumple tu parte del trato.
En la oscuridad que lo cubría, un ojo con forma de rayo anaranjado con rojo apareció, acompañado de una macabra sonrisa decorada de muchos dientes.
— Desde hoy, no eres nada más que mi marioneta.
Despertó, en una habitación devastada luego de una explosión. Se sentía extraño, tenía nuevamente su lengua, podía mover sus extremidades pero… Su brazo izquierdo no existía ya, mejor dicho antebrazo, y como si eso fuese poco, su corazón había desaparecido. No poseía latidos.
De la nada, se comenzó a reír, una risa loca y llena de sentimientos mezclados. Tristeza, confusión, odio.
— Es hora de prepararnos para vengarnos de quienes nos lastimaron, marioneta.
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🍁 "Little Histories,,," 🍁
NouvellesHistorias de mis ocs, narradas para la mierda pero con un trasfondo psicológico que marcaron el ahora y por venir de mis niños. O simplemente historias de otros au's. 🌀= Agustín "Alekséi" Zangief Thrul. 🔗= Nicolás Scaletto. 🌺= Astrid Scaletto. 💣...