🍁 "Little Histories,,," 🍁

🌀 "Aquel viejo señor, Pt. 1" 🌀

Nos centramos en un frondoso bosque, lleno de vida, sin modificar a gran escala por el hombre. En él, vivía un señor de pasada edad, que decidió establecer una vida tranquila y alejada de los vicios de la ciudad.

Un día, en su hora de paseo, en la cual solia ver las trampas que tenía puestas o si había alguna perturbación en el ambiente, encontró a un niño. Albino, lastimado, e inconsciente.
Lo primero que se ocurrió es que era un joven intrépido, internado en la aventura que suponía introducirse en los bosques, y más tan a sus adentros. Que fue atacado por un depredador menor, un lince, o quiza simplemente estaba huyendo de algo o alguien.
Como sea, el pensaba que estaba muerto, cosa que reforzaba el hecho de que hubiera un gavilán sobrevolando el cuerpo del chico, pensamiento que cambio al verle respirar y moverse con levedad.

Tras un rato de reflexionar, decidió cargarlo hasta su pequeña choza. Donde le quitaría la ropa para vendarle y limpar las heridad. Muy feas a decir verdad, definitivamente habia sido atacado pero, parecía que su agresor había sido un oso. ¿Como sobrevivió este a lo que era un oso? Esa duda nacio en la cabeza del señor, más no le dio importancia ahora y siguió curando al menor.

Tras unas horas, el albino volvio en sí. Confundido, sentimiento que creció al ver que se encontraba en una choza, y que no estaba solo. No se podía mover, su cuerpo entero dolia demasiado; un niño de su edad (12 años) no hubiera podido sobrevivir a tal grado de dolor, pero el no era una persona muy normal que digamos.

- ¿Quien eres? -Preguntó el joven, girando su vista al anciano como podía.

- Eso tengo que preguntartelo yo a ti. -Respondio, fumando un poco de su pipa.- ¿Quien eres tú?

El joven sabía que no podia hacer mucho, ¿Y Sonia? ¿Donde estaba su fiel amiga? Ella seguro que podria ayudarle, aun no quería darle mucha información a aquel anciano.

- ¡Vamos, hombre! -Exclamó.- Estás vivo gracias a que logré encontrarte, mínimo hazme el favor de saber quien eres.

- Y-yo,,, No lo sé,,, -Murmuró a duras penas.- Tenia un nombre pero,,, Quedó en el pasado,,, ya no lo recuerdo,,, yo me identifico,, por mis apellidos, Zangief,,, Thrul,,,

- ¿Zangief? Por lo que veo, eres de familia rusa,, pero. -El mayor dejó la pipa en una mesita, cruzando ambos brazos.- No tienes apariencia de ello, ¿y Thrul? nunca oí de eso.

- Solia serlo,,, o eso pensaba, pero por lo visto ellos no eran mis verdaderos padres,, -Confesó en un débil tono, aun estaba bastante adolorido.- Thrul,,, es el de mi verdadero padre, falleció hace unos años,,, Significa,, Zorro ártico,,,

- Ya veo,,, mejor descansa un rato más, estás muy débil. -Comentó, levantándose de su sillón de pieles.- Yo cuidare de ti hasta que estés mejor, puedes llamarme Gregory, o simplemente Greg.

- Si,, eso haré. -Susurró, cerrando sus parpados lentamente.- Uhm,, gracias,,, Greg.

Minutos luego, el albino se quedó dormido. Y al pasar las horas estaba como nuevo. Cosa que sorprendió a Gregory, ¿como habia sanado tan rápido? este chico sin duda era singular.

Llegada la hora, cenaron juntos; guiso de higado, una comida perfecta para ganar fuerzas para recuperarse.

- ¡Muchas gracias, Greg! -Exclamó, tomando el bowl y dándole un largo sorbo.

- No es nada,, eh, ¿te molesta si te llamo Agus? -Preguntó el mayor, riendo al ver a la velocidad que este acababa su plato.

- ¿uh? ¿por que Agus?

- Oh, simplemente,,, Era el nombre que le iba a poner a mi hijo, pero mi esposa tuvo complicaciones y,,, -Quedó varios segundos en silencio, para luego mirar al chico.- Como no tienes nombre, quiza podria llamarte como el iba a llamarse. Agustín es un lindo nombre, ¿no?

- ¡Oh! Claro, ¡muchas gracias! -Exclamó haciendo una leve reverencia con la cabeza.- ¡Ujum! Suena muy lindo,,

Esa noche sería la primera de muchas más, pues el recién rebautizado albino aceptaría la oferta del señor de quedarse alli a vivir. Aunque claro, los primeros meses Agus no se dejaba tocar, pues le tenia miedo al tacto ajeno. Pero con el tiempo fue dejandose, hasta el punto que ya no le molestaba que él le abrazase o acariciase el pelo.

La vida era simple, y ambos eran felices.