1. Sensaciones.

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Capitulo 1. Noche premeditada.

La oscuridad inundaba el regazo improvisado armado con un sofá viejo de trapo y un colchón inflable que nuestro amigo tenía guardado en su ático. Con el piso de madera vieja, rodeados de paredes de cristal, con vista a la inmensidad de la noche y la sensación de un sonido penetrante que se acumulaba tras cada respiro, sí, el sonido del silencio.

Allí estábamos, tendidos a pocos centímetros del suelo, cobijados por un único manto de algodón que apenas alcanzaba a cubrirnos desde el pecho hasta los pies, mirándonos fijamente sin podernos encontrar y con la sensación de que algo estaba a punto de devorarnos completamente. Era como estar suspendidos en el aire, emociones condensadas por la euforia aparecían en medio de penumbra terrenal, profundos suspiros y latidos palpitantes que chocaban al ras de nuestras intenciones prohibidas.

Cedo mi espíritu cada instante que estoy cerca de ti, repetía mentalmente mientras mis ganas de tocar su piel se hacían más intensas. Al mismo tiempo que librábamos una batalla con la razón, nuestras almas en fusión danzaban al unísono de una energía tan cuántica, pero que se podía percibir en el ambiente casi eléctrificado.

Las ganas eran de ambos aunque ninguno se atrevía a dar el primer paso. Así fue, hasta que mis dedos se empezaron a arrastrar lentamente con la esperanza de toparse con su cuerpo, mientras los latidos abruptos y repetitivos me hacían estremecer hasta los huesos, no entendía porque tardaban tanto en llegar, era como si todo pasara en cámara lenta, pensaba en tantas cosas ese instante que lo único que anhelaba era no estar cometiendo un error. Luego de varios segundos eternos por fin pude encontrar su piel áspera y erizada que recibiéndome con tanta fuerza sentía como las yemas de mis dedos empezaban a calentarse.

Esperaba una respuesta, un movimiento o cualquier señal que me dieran a entender que podía continuar tocando como ciego. No fue así y cómo si yo hubiera sido quien imaginó todo, se fue derrumbando ese momento. Resignado, mientras separaba lentamente mis dedos de lo que imagino era su cintura, con la desilusión al tope y la sensación de querer desaparecer, sentí como de forma brusca antes de alejarme, unas manos sudorosas lograban atraparme el brazo en medio de la oscuridad y sin necesidad de una sola palabra estas hacían presión con la intención de no soltarme y a su vez transmitirme lo que por tanto tiempo había esperado, para mi era suficiente, de aquí en adelante sólo sería fluir.

¿Qué sigue ahora? Pensaba, mientras mi otra mano libre queriendo encontrar su rostro, palpaba sin mesura. Nuestras respiraciones se hacían más fuertes, no dejaba de pensar si realmente aquello estaba sucediendo, y como si se tratase de otro sueño lúcido, de esos que por tanto tiempo habían acompañado mis deseos, me dejé llevar con tantas ganas que luego de localizar su rostro, frío y obstinado me precipité a sus labios, mientras congelados en el tiempo de un momento infinito, entendimos que nos pertenecíamos mucho antes, desde siempre y hasta el final de aquel ósculo que sellaría nuestro amor, eso creí.

Apasionada locura que desencadenaría el inicio de mi calvario. Suficiente como para querer devolver el tiempo y evitar lo que nos llevó a aquel momento. Pero para poder entender tenemos que remontarnos al inicio de todo, o más bien al final, sí, a ese instante en el que cedimos sin medida y luego no pude detener...

Duraznos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora