7. Sueño Impregnado.

5K 218 50
                                    


Capítulo 7.

Tres Meses Antes.

Es la primera vez que siento la necesidad de ser castigado. He deambulado por el mundo cargando con varios sentimientos negativos que le pesan a mi alma; demonios que he adoptado durante todo este tiempo en el que he tomado malas decisiones. Está bien cometer errores, pero mi caso es especial; fueron errores que pude evitar. Cómo un ángel caído que ha desobedecido los mandatos de Dios y cuyo castigo ha sido una eterna melancolía, así me siento ahora, infeliz. ¿Por qué siento tanta tristeza...?

En medio de aquel sueño presentí que alguien se acercaba a mi habitación y mientras automáticamente abría los ojos, escuché cómo 3 segundos después golpeaban la puerta 3 veces, seguido de un grito afanado de mi madre:

—¡Han, despierta! Ya es tarde.

Me quedé unos instantes pensando en si era normal saber con anticipación que alguien tocaría a la puerta y el porqué mi madre decía que ya era tarde, si casi no alcanzaba a ver nada alrededor, pues la oscuridad me hacia pensar que aún ni siquiera había amanecido.

Inmediatamente acomodándome de medio lado miraba el reloj digital con forma de nota musical que estaba en la mesa de noche al lado izquierdo de la cama.

—¡¿Son las 9:30?!—Comenté sorprendido.

—Ábreme la puerta, Han, voy a sacar tu ropa sucia.— interrumpió mi madre mis pensamientos insistiendo desesperada por mi tardanza.

—Sí, mamá, tranquila ya voy.—Respondí en voz alta con tono agotado acomodando una almohada sobre mi cara simulando que me asfixiaba con ella.

—Maldito despertador, ya no funciona.— Murmuré molesto  quitando las cobijas y saliendo de un salto de la cama.

Al dirigirme a abrir un poco somnoliento,  tropecé con mi guitarra que había dejado en el piso la noche anterior.

—Ayy, maldita guitarra.—dije en vos baja cayendo al suelo sobando mi tobillo izquierdo y soportando el dolor.

—Han, ¿qué haces?, ¿Acaso estás con otra amiga tuya?, déjame pasar.—Insistía mi madre aún esperándome en la puerta.

Mientras me arrastraba hasta la entrada con ánimo de alcanzar el pasador, los gritos de mi madre cesaron. Cuando por fin abrí, desde el piso volteé a ver su cara que sin darme contacto visual, pude notar que estaba enfadada.

—¿Que haces allí tirado en el suelo?— Preguntó en tono curioso asomando rápidamente la cabeza por la puerta entre abierta en búsqueda de alguien mas o algo extraño que pudiera haber en mi habitación.

—Nada, mamá, me acabo de golpear con la guitarra.—Respondí molesto haciendo presión con las manos sobre el tobillo esperando a que el dolor cesara.

—Eso te pasa por no recoger tu desor...

—Ya, mamá, no vayas a empezar.— la interrumpí antes de que terminara la frase.

—Abre las ventanas, Han, no entra nada de luz aquí.— Dijo entrando apresurada a mi habitación en dirección a las ventanas. —¿Por que te gusta tanto la oscuridad?—Preguntó con el sueño fruncido corriendo las cortinas para permitir la entrada de la luz del sol.

—La señora Wizzton trajo galletas, están sobre el horno.—Dijo mi madre luego de un suspiro resignado.

—¿Ese será el desayuno?—Pregunté sorprendido levantándome del suelo y yendo a recoger mi guitarra. —¿No hay otra cosa para comer?—Mencioné preocupado levantándola del piso y acomodándola en su stand cerca de la entrada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 24, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Duraznos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora