3. La Terna Bendita.

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Capítulo 3. Lei, Bella y Elisse.

Desde siempre Lei y yo fuimos los mejores amigos, tal vez porque lo único que separaba nuestras casas era un patio trasero lleno de frondosos árboles de duraznos y porque también éramos los únicos hombres entre nuestras hermanas. Mi mamá y la de Leí se conocían desde jóvenes, siempre se reunían a hacer cosas de chicas como por ejemplo, arreglarse las uñas, tomar el té o simplemente actualizarse de lo que pasaba en cada una de sus vidas y tanto a él como a mí nos llevaban a sus planes. Así comenzó nuestra amistad, una infancia llena de reuniones familiares de cumpleaños y celebraciones de fechas especiales, juegos en el jardín trasero, pescas en el lago con cañas endebles improvisadas hechas de varitas y nilon transparente, cabalgatas por el bosque, actividades en la granja y un montón de días en los que íbamos y regresábamos juntos de la escuela.

Pasaron los años y prácticamente seguíamos igual, no había cambiado mucho nuestra amistad, aunque habíamos crecido y teníamos gustos con enfoques diferentes, nos habíamos prometido siempre ser amigos y a pesar de todo hasta ese punto lo habíamos logrado. Afortunadamente para nosotros y como señal de que nuestra amistad sería eterna, ambos terminamos estudiando en el mismo instituto de artes y ciencias; mientras yo estudiaba música, él estudiaba algo relacionado con artes plásticas y literatura en el mismo horario de la mañana.

A veces después de las clases nos reuníamos para hacer ejercicio en el patio de mi casa o ayudábamos a los Wizzton en su granja; los Wizzton eran vecinos muy queridos en la comunidad, dos almas nobles vivientes, llenos de sabiduría y experiencia. Aprendíamos mucho de ellos y aunque tenían una edad avanzada, los años no se les notaban, pues la jovialidad y la energía con la que se manejaban los rejuvenecía.

En algunas ocasiones le pedía ayuda a Lei para cuidar de mis dos caballos, Teddy y Motta; aunque me había encariñado mucho con ellos, no me agradaba la idea de tener que limpiar el establo solo, pero era mi responsabilidad.

Algo particular de Lei era su buen gusto por la ropa y su peculiar estilo, pues con su cabello ondulado rojizo, tattos, piercings en la nariz y orejas e interesante manera de hablar, además de su talento para la pintura, su sensacional sentido del humor y disposición para cualquier tipo de aventura, me hacían sentir afortunado de tenerlo como amigo, aunque yo con 20 años era mayor, aprendía mucho de él y su visión del mundo. Tampoco hay que obviar el parecido que tenía con Bella, su hermana menor.

Bella, con 17 años en aquel entonces, era la menor de los tres hermanos. Su cabello largo y sedoso con el color del fuego en él, adornaban su rostro de tez blanca angelical, sus ojos, nariz y boca era la combinación celestial de un ángel encarnado; ¡vaya que era bella!, la silueta de su cuerpo combinada con la delicadeza de sus movimientos y la manera en que hablaba te hacían olvidar todo, además de su alma noble que se acoplaba perfecto con  lo que le rodeaba, su voz era capaz de arrullar tus demonios más intensos y con sus ojos mostrarte las respuestas más anheladas a cualquiera que fuera tu reparo.

La recuerdo como una mujer que destilaba dulzura y feminidad, alegre y extrovertida. También habíamos crecido prácticamente juntos  y nos teníamos mucha confianza, la consideraba otra hermana para mí. Ella fue quien me enseñó a apreciar la belleza de hasta el más mínimo detalle, la manera en la que veía la vida jamás la había visto en alguien más.

Siempre le interesaron los caballos y los planes en el bosque, por eso íbamos muy seguido al Valle de las Flores; un lugar que habíamos descubierto durante una de nuestras exploraciones a caballo, pero que seguramente ya había sido visitado antes, parecía que alguien hubiera hecho círculos perfectos en el suelo de donde brotaban pequeñas flores amarillas y árboles al alrededor que formaban una línea recta despejada en dirección al ocaso, un lugar mágico donde podías ver cómo la brisa danzaba con la montaña mientras peinaba el pastizal.

Bella estaba muy familiarizada con la astrología y la conexión universal, siempre hablaba de temas extraños y profundos, relacionados con la vida, el destino, la naturaleza, el sentido de la existencia y un sin fin de cosas para las que yo no estaba preparado, o no quería estarlo. Me sorprendía lo inteligente y madura que era a su corta edad, pero parecía que toda esa paz se terminaba cuando discutía con Elisse, su hermanastra mayor, que con gestos burlones y actitudes chocantes le colmaba la paciencia.

Elisse, como si se tratase de una ley natural, era totalmente diferente a lo que era Bella; ¡pero claro que debía ser diferente!, pues aunque no tenía nada que envidiar de la belleza de su hermanastra, el hecho de no ser descendiente de la misma madre y menos del mismo padre de Bella, creaban una diferencia tan notable como la qué hay entre el agua y el aceite.

Hija única con padres divorciados, su madre murió cuando tenía apenas 11 años lo que la obligó a vivir desde entonces con su papá, el cual trabajaba como cirujano de urgencias durante largas jornadas y tenía muy poco tiempo para dedicarle. Fueron estos y otros factores los que moldearon el carácter rebelde de una mujer que guardaba rencor por el mundo y la vida que le había tocado.

Elisse, llegó a la vida de Lei y Bella a la edad de 15 años, cuando ellos apenas estaban superando irónicamente la ruptura de sus padres, quienes de manera pacífica y amigable habían terminado su relación desde ya hacía varios meses atrás.

Pasó el tiempo y a sus 19 años de edad seguía afanada por romper las reglas. Impredecible, arriesgada y aventurera, con una energía inagotable, quería estar a la par de lo que hacían los más fuertes, con su cabello negro azabache y su piel morena adornada de algunos tatuajes que se alcanzaban a notar en su cintura y brazos, me hacían entender que era una fiera indomable; y con esto me refiero a que se veía tan independiente y tan vivaz que inspiraba, era esa mujer con la que te sentirías seguro, era la mujer de la que por primera vez me había enamorado.

Duraznos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora