5. Dudas.

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Capítulo 5. Presentimiento.

Casi siempre Lei se ponía a escribir en su diario de pasta negra rugosa recostado en un viejo sofá rojo que por tanto tiempo sometido al sol y al agua prácticamente se despedazaba al contacto, el cual habíamos llevado desde su casa hasta un lugar secreto que adecuamos cerca  al lago para pasar el rato.

—¿Crees que podría haber algo por lo que dejáramos de ser amigos?—Preguntó Lei perturbando mis pensamientos y acomodando su diario a un lado de él para quedar boca arriba mirando un punto fijo en el cielo.—¿Que tendríamos que hacer para terminar tan mal?.—insistió levantando la cabeza para dirigir su mirada a donde yo estaba y dejando caer al suelo un lápiz negro que tenía puesto en la oreja.

—No sé, la verdad.—Respondí extrañado, conteniendo el humo que segundos antes había aspirado de un porro de marihuana que sostenía en mi mano derecha.—No me he puesto a pensar en esa posibilidad, todo está bien entre nosotros, ¿no?—Dije después de exhalar el humo que inmediatamente me provocaba una tos intensa.

—Me refiero a quien de los dos sería capaz de traicionar al otro.— Explicó recogiendo el lápiz y guardándolo en la mitad del diario.

Noté que Lei estaba más serio de lo habitual, parecía que aquella conversación realmente era importante para él. Todo estaba muy silencioso ese tarde, si bien ya iba a anochecer no era normal que ni un grillo se escuchara en medio de tanta naturaleza.

Lei tomó el diario, se puso de pie y caminó en dirección a la orilla del lago acomodando su camisa con las manos temblorosas. Yo en medio de una sensación de mareo que hacía todo más lento y la vista nublada, lo seguía a pocos metros con ánimo de escuchar lo que estaba diciendo.

—¿Perdonarías algo que pudiera lastimarte mucho de una persona en la que siempre has confiado?— Preguntó al mismo tiempo que se agachaba, recogía una piedra y la lanzaba con la intención de hacerla rebotar en el agua.

—¿De que hablas?— Respondí frunciendo el ceño y mientras me acercaba a él por detrás para entregarle el porro, este con un gesto esquivo me hizo entender que no quería fumar.

En ese momento el ambiente se puso tenso. Era la primera vez que Lei me rechazaba un turno del porro y aunque parecerá algo insignificante, esto para nosotros era romper una regla primordial; nunca decir no a una fumada. Pensé que era porque ya llevamos fumando un rato o el efecto de la marihuana lo había puesto existencial. Pero muy dentro de mi sabía que algo no estaba bien y aún así preferí ignorar aquel presentimiento.

Me paré al lado de Lei, fumé de lo poco que quedaba del porro y lancé la colilla al aire en dirección al agua, mientras esta caía en cámara lenta, la vista se me cristalizaba y una sensación de desmayo me llegaba de repente. El efecto de la marihuana había sido fuerte, pero era un estado al que ya me estaba acostumbrando.

—Es inevitable hacer daño, incluso a los que uno más quiere.—Afirmó interrumpiendo el silencio y poniéndose de pie con el diario bajo su brazo izquierdo.

— ¿Por que dices eso?—Pregunté aún extrañado de aquella conversación que se iba tornando cada vez más sospechosa.

—Simple.—Respondió dando dos pasos hacia adelante con el propósito de alcanzar a ver su reflejo en el agua.—A veces no somos leales con nosotros mismos y buscamos nuestra propia destrucción. Entonces ¿Cómo le puedes asegurar a los demás que nunca los lastimaras, si muchas veces ni siquiera sabemos qué hacer con nuestra propia vida?. — Terminó de argumentar agachando la cabeza resignado con los hombros recogidos, inmediatamente después de que una pequeña brisa distorsionara su reflejo.

Sin duda aquello que dijo Lei me había dejado pensativo, pues tenía mucha razón. Aún así no me quedaba claro por qué hablaba de estas cosas y de esa manera, era cómo si algo le estuviera afectando mucho en ese momento, se podía notar en su actitud decaída. Pero yo seguí aferrado a que todo era causa de la marihuana que habíamos fumado.

— ¿Te sientes bien?—Pregunté mientras me acerqué lentamente para poner mi brazo en su hombro izquierdo.

—No lo sé.—Respondió mirándome por encima de su hombro con una expresión triste y volviendo a agachar la cabeza.—Lo qué pasa es que...—Fue interrumpido por una voz débil que gritaba su nombre en la lejanía.

—Lei, Lei, Lei...

Era Bella quien lo estaba buscando.

—¿Desde cuando sabe de este lugar?—Pregunté a Lei confundido mientras alzaba la mirada para intentar encontrar a Bella entre la vegetación.—¿Le contaste?—Insistí mirándolo molesto y posteriormente caminando hacia donde tenía la guitarra recostada en un árbol.

—No tengo la menor idea. No entiendo cómo llegó aquí.—Me aseguro dándome la espalda en dirección al lago y quedándose allí parado.

—Bella!—Le grité con el objetivo de que pudiera encontrar el camino hacia nosotros.

--¡Hola Han! ¿está Lei contigo?—Me preguntó Bella mientras se acercaba a mi con su respiración exhausta, sosteniendo con su mano derecha lo que parecía ser un telescopio y presionando con su mano izquierda su pecho mientras miraba inclinada en dirección al suelo e intentaba recuperaba el aliento.

—¿Estás bien?—Le pregunté acercándome a ella, poniendo mi mano sobre su espalda y dándole suaves frotes con la intención de que se tranquilizara.

Sí, sí.—Me respondió con su respiración entrecortada.—Lo que pasa es que este telescopio pesa un poco y lo traigo desde la orilla de la carretera, no encontraba el camino hasta aquí.—Terminó de argumentar mientras levantaba la mirada y se terminaba de poner totalmente erguida.

—¿Cómo llega...—Le alcancé a decir antes de ser interrumpido por ella.

—Antes de que digas cualquier cosa, me costó descubrir este lugar.—Dijo Bella después de interrumpirme.—Los seguí hace días y desde el otro lado del lago podía observarlos con mi telescopio mientras hablaban y fumaban lo que estoy segura no era cigarrillo.—Terminó de decir mirándome con cara de indiferencia y tono sarcástico.

—¿ok?—Le respondí extrañado queriendo evitar que continuara la conversación.

No es que me importara que Bella supiera que fumaba mariguana, pues estoy seguro de que ya lo sabía. Solo no quería darle explicaciones, me parecía absurdo. De todas manera, ella no es que se mostrara interesada en preguntar, le daba igual.

—Entonces, ¿para que estás buscando a Lei?—Le pregunté a Bella haciéndome el serio mientras le arrebataba suavemente el telescopio con la intención de ayudarla a sostenerlo.

—Es que me había prometido que...—Dejó de hablar dirigiendo su mirada a Lei quien se Acercaba a nosotros desde el lago con las manos entre sus bolsillos.

—Lei,Recuerdas que hoy veremos el cometa azul?—Dijo Bella en voz alta y exaltada.—Lo prometiste, ya casi es hora.—Terminó de mencionar mientras daba unos cuantos pasos para ponerse frente a Lei.

Lei se veía serio, pasó por el lado de nosotros sin mencionar una sola palabra, era como ni no estuviéramos allí con él, nos había ignorado por completo. Bella y yo nos miramos extrañados, pues era raro ver a Lei con esa actitud.

—¿Pasó algo?—Preguntó bella preocupada acercándose a Lei por la espalda sin perder el contacto visual conmigo.

Con gestos de negación y extrañeza le di a entender a bella que no sabía lo que estaba pasando, aunque pequeños flash backs de la conversación que había tenido con Lei llegaron a mi invadiendo mis pensamientos y confirmando que su actitud tenia que ver con esas preguntas extrañas que me había hecho anteriormente.

—Lei, ¿si verás el cometa conmigo?—Le preguntó Bella mientras lograba alcanzarlo y sosteniendo una punta de la camisa de él daba pequeños jalones intentando que reaccionara y respondiera algo.

Inmediatamente Lei se detuvo, dio media vuelta y con un movimiento brusco jaló su camisa separando las manos de Bella.

—Creo que no, no estoy de ánimos. Me iré a casa, dile a Han que te acompañe a verlo si quieres.—Respondió en tono serio e imponente después de un suspiro resignado.

Bella y yo quedamos tan perplejos, que ni siquiera mencionamos una sola palabra, realmente nos sorprendimos por la actitud de Lei, y aunque Bella era sensible a los desprecios, pudo contenerse de cualquier reacción que hiciera entender que le había dolido la actitud de su hermano mayor.

Duraznos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora