Capítulo 2. Vista Belle, Suiza.A orillas del lago Charles y en medio de grandes montañas se alzaba una desarrollada y próspera villa llamada Vista Belle, cuyo nombre hacía tributo perfectamente al lugar, pues "Belle" era el significado de "Hermosa" en francés, con casas que estratégicamente elaboradas eran protagonistas de aquella simbiosis tan especial que a simple vista parecía que allí hubieran surgido como plantas extrañas del paisaje.
La naturaleza desbordante inundaba hasta los techos en primavera, mientras que las paredes de ladrillo y cristal con vista al oleaje casi imperceptible del lago, daban paso al reflejo que causaba la luz sobre el agua cristalina.
La villa se caracterizaba por su incomparable fertilidad, era como la tierra prometida, rodeada de bosques de pino extensos y en la que los árboles frutales casi siempre frondosos evidenciaban la vitalidad de tan majestuoso lugar.
El ambiente allí era bastante particular. Solo 3 estaciones regían el clima de un tiempo cambiante; verano, invierno y primavera. Habían temporadas en las que el frío te penetraba hasta los huesos o días en los que el calor era insoportable. Vista Belle a pesar de esto, se había proclamado como la villa de la eterna primavera, lo que la hacía más atractiva para cualquier visitante.
Verano era una época importante, justo terminando la primavera a mediados del sexto mes del año en el que los árboles de duraznos tomaban protagonismo impregnando con una sensación de dulzura el ambiente, pues la mayoría de sus frutos ya maduros destilaban la esencia de la vida.
Turistas desde localidades cercanas venían de vacaciones a disfrutar de días soleados y tranquilos en el lago. Era una temporada relativamente larga; entre los meses de junio a agosto, en la que podías conocer personas nuevas, la mayoría familiares y amigos de los propios habitantes del lugar.
Algo común es que todos tuvieran yate o por lo menos un bote pequeño. La pesca deportiva o navegar por el lago eran los planes principales los fines de semana. Aunque yo prefería quedarme en casa tocando la guitarra o cuidando de mis dos caballos.
Se organizaban muy seguido fiestas clandestinas a las que asistía con la esperanza de distraerme un rato. Era bastante popular entre la comunidad pues junto a mis amigos nos habíamos creado la reputación de ser el alma de todas la reuniones, definitivamente todos querían hablarme o tener alguna relación conmigo, pero me mantenía al margen de quien no considerara de estricta confianza.
En Vista Belle la mayoría tenían buenos empleos, algunos trabajaban en cargos administrativos o como empleados de empresas en ciudades cercanas, mientras que otros con negocios familiares muy prósperos obtenían lo suficiente para mantener un buen estilo de vida.
Se distinguía por ser una comunidad pacífica, pero los rumores y noticias corrían entre las personas y aún más rápido por redes sociales; el acceso a internet, las tendencias y todo lo que pasaba en el mundo digital era el auge en aquel momento, tenías que tener cuidado con lo que hacías o publicabas, todos lo iban a saber.
Éramos aproximadamente 3000 habitantes, repartidos en unas 400 casas construidas en gran parte a pocos metros del lago, separadas unas de las otras por murallas de piedra, arboles de pino, roble o alguna que otra cerca hecha de madera fina.
Si bien la mayoría se conocían en la villa, es normal que se formara una relación más estrecha con quienes eran tus vecinos cercanos, así fue como conocí a Lei y sus dos hermanas, Bella y Elisse.
Las personas se veían felices y tranquilas o al menos eso era lo que yo pensaba desde siempre; desde muy niño cuando tomado de la mano con mi madre y mi hermana mayor, caminaba entre el sendero de árboles que purificando con tan sutil y fría brisa besaban las mejillas en bienvenida de cualquiera que decidiera tomar ese camino. Hasta que crecí y contaminado por las consecuencias de la adolescencia pude percibir la realidad que acechaba en la vida de cada individuo, sentí con tanta fuerza el hecho de caminar muerto aún estando vivo.
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Duraznos Verdes
Novela JuvenilEra la primera vez que tenía una epifanía, vi como el cielo venía hacia mí con tanta fuerza que detenía el tiempo al impactar en mi frente. Sentí que siempre había necesitado ese momento, pues en medio de tanta luz entendí lo que significaba el amor...