capítulo 1: Valle de lágrimas

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Capítulo 1:
Valle de lágrimas

Más allá de la frontera de las tinieblas existen tierras inexploradas por la corte oscura

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Más allá de la frontera de las tinieblas existen tierras inexploradas por la corte oscura. Lugares inaccesibles para cualquier hada, elfo, duende... Extensos bosques habitados por criaturas antiguas que pudieron haber quedado atrapadas en el olvido o decidieron desaparecer. Cuál sea la razón, su existencia es incierta.

Este lugar no aparece en ningún mapa de Encantus, ni siquiera rastros para su ubicación. La magia que lo mantiene oculto es muy poderosa, pude sentirlo de inmediato. El tiempo en que Maritza vivió no está claro para mí, hay muchas cosas sobre la bruja que desconozco, lo que sí. Fue hace mucho, muchísimo tiempo. Agadria es un hada antigua, muy vieja, su magia se parece a la de este sitio. Antigua. Poderosa. Cantando a través de mí, incitándome a unírmele. Una sensación muy extraña, porque nunca me he sentido atraída a ningún poder fuera del que ya corre por mis venas. Ni siquiera la tentación que ofrece la hermandad me resulto atrayente.

Las cortes no lo conocen, pues del valle de lágrimas no quedaron registros. Escuche de este sitio por la bruja, ella lo mencionó en una ocasión. En el tiempo en que Iris y Agadria eran unas jóvenes hadas ocurrieron eventos que fraccionaron a la corte oscura, y esta es una de sus partes perdidas.

El valle de lágrimas es un extenso lindero dominado en su plenitud por antiguos robles con una apariencia poco característica, su corteza es entre gris oscuro hasta casi negro y sus hojas varían entre la tonalidad de grises. No es una naturaleza muerta, todo lo contrario, el valle es como esa contraparte de la corte oscura actual. La magia es vibrante, fluye de la tierra, los árboles, la hierba, el aire... Es como se supone debe ser la corte oscura. Lo que lo hace especial, además de su peculiar coloración de vegetación, es el santuario de un ser amado. De allí su nombre. Se dice que Idris derramó tantas lágrimas aquí que de ellas brotaron orquídeas púrpuras que parecen negras.

Es una belleza y muy peligroso.

Le prometí a Mafer ayudarla a encontrar a Idris, y es lo que me ha traído hasta aquí. Me tomó seis meses dar con el valle, no fue fácil, llevo cinco días caminando en círculos hasta que di con el crucero de tres caminos. Justo donde me encuentro ahora, decidiendo que rumbo tomar.

Veamos.

A izquierda se abre un sendero que supuestamente da a una planicie de aguas oscuras y profundas con quién sabe qué tipo de criaturas dentro. Una excursión al inmenso lago no me dará la respuesta que busco encontrar. Lo que me deja con, posiblemente, el de la derecha que atraviesa el extenso boscaje hacia las montañas. Mi mejor opción es el del medio, me llevará directo al jardín de orquídeas negras, el centro del santuario.

Camino en esa dirección.

—¿A dónde crees que vas, jovencita? —Doy un salto. Miro alrededor. Sostengo el cuchillo con fuerza, lista para atacar si es necesario. No veo a nadie... —Estoy aquí.

Encantus. Alas condenadas (libro 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora