Capítulo 6: Nueva lealtad

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Capítulo 6:
Nueva lealtad

La reina Zulay se niega a dejarme ir hoy mismo de la corte oscura

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La reina Zulay se niega a dejarme ir hoy mismo de la corte oscura. Quiere hacerme pasar por un juicio como hizo con Mafer. Lo recuerdo todo. Cada una de mis acciones vive en mi mente, aun cuando siempre fui más un espectador que quien tenía el control. Una vivencia vergonzosa.

Geraldo nos ha pedido que salgamos y esperemos fuera. Por lo que Mafer y yo estamos en el pasillo, en compañía del guardia que se encuentra a un lado de la puerta.

—Gracias por lo que estás haciendo —digo.

Mafer sonríe. Es como si su rostro se iluminara con destellos dorados, quizás es solo la luminosidad de su mirada y todo ese poder veraniego que transmite. Mucho cambió en ella, su mirada trasmite una calidez tranquilizadora.

—¿Cómo puedes pensar que te abandonaría? —pregunta indignada.

La reina de verano intenta compensar la muerte de mi madre. No la culpo, y lo sabe. Lo que ocurrió me dolió mucho al principio, pero me puse en su lugar y yo hubiera hecho lo mismo. Me hubiera defendido, sin importar el desenlace. Pero Mafer, aun cuando no le guardo rencor, quiere enmendar lo que hizo, y esta es su forma.

—Bueno, no es tu responsabilidad lo que pueda pasarme.

—No, pero no me sentiría bien dejándote desamparada en manos de Zulay. Menos después de haberme enterado de la sentencia.

Seguro, su abuela tuvo ese castigo de manera injusta.

—Estoy muy agradecida. De verdad Mafer, ni siquiera me lo merezco.

—No. No digas eso. Por supuesto que te lo mereces. Yo no te voy a dejar sola.

—Vaya, vaya. Miren quien está aquí —la voz de Romina viene a mis espaldas.

A Mafer se le amplía la sonrisa. Su rivalidad con el hada oscura es memorable. Mafer con las únicas personas que se lleva bien en esta corte es Gerald y su padre, del resto con todos ha tenido sus altercados.

—Oye, que corte tan bonito tienes —comenta Mafer entre risas contenidas—. ¿Tú qué opinas Yira?

Doy vuelta para inspeccionar a Romina de los pies a la cabeza, uso esa misma mirada despectiva que ella ha usado en mí desde que estoy aquí.

—Muy lindo —digo con la mano en el mentón—. Yo creo que le va muy bien. Todavía se puede oler el cabello quemado.

Alguien se ríe a mis espaldas. Romina le da una mirada asesina al guardia y la risa muere.

—Parece que no te has mirado en un espejo, Yira —ataca Romina.

Las marcas en mi rostro es algo que no puedo cubrir con nada, y tampoco se irán nunca. Me he acostumbrado a ellas, pero decir que no me afecta sería una mentira. Oculto mi incomodidad.

Encantus. Alas condenadas (libro 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora