Ella es una muchacha tímida.
Él, un chico antisocial.
Hace años que se conocen y son mejores amigos.
Pero... ¿tal vez son más que amigos?
¿Qué puede surgir de años de quererse?
¿Qué puede pasar a los que se aman en silencio?
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-¿Te p...
El destierro y la muerte para mi están adonde no estés tú.
¿Y mi vida? Dime, mi vida, ¿qué es, si no eres tú?
Luis Cernuda, "Contigo"
–No, no, no –pensó Lyz, sacudiendo la cabeza –. No, no, Shu es mi amigo, solo mi amigo...
–¿Estas bien? –Se preocupo Shu, al verla.
–Sí, sí. To... todo bien.
–Perfecto –dijo el albino. Le sonrió –. Es normal que estés nerviosa.
–Sí... seguro que es eso.
A Valt le toco la primera batalla, contra Rantaro Kiyama. Le fue bien, gano.
Lyz también hiso un buen papel en la suya, lo que provocó mucho jaleo: era la única chica del torneo y todos esperaban que le fuera mal.
Después de las batallas, ella se fue a caminar. No le gustaba dibujar en el mismo lugar.
Y fue dibujando, muy concentrada, cuando le gritaron:
–¡Cuidado!
Demasiado tarde. Una pelota la golpeo en el hombro derecho con fuerza y se le callo el lápiz.
Se agacho para recogerlo y sintió una punzada al mover el hombro.
–¿Estas bien? –Pregunto el muchacho que había pateado la pelota, acercándose.
–Sí... no es nada –dijo la chica. No le gustaba culpar a la gente.
Agarro sus cosas y se marcho. Su mente repetía lo mismo.
"Shu no te gusta, Shu no te gusta, Shu Kurenai no te gusta, solo es tu mejor amigo, no te gusta, no te gusta..."
Llego a su casa y se puso un hielo en el hombro.
–Sí te gusta –le decía su interior sincero.
–¡NO! –Grito ella y el eco de sus palabras retumbo en su cabeza.
Alguien la llamo. Fue a atender y noto barias llamadas perdidas. Se había olvidado el celular.
–¿Hola? –Pregunto una voz familiar.
–¿Shu? –Dijo Lyz, sorprendida – ¿qué pasa? Tu nunca me llamas...
–Estoy cerca de tu casa... y quería saber... –dijo el albino entrecortadamente – saber si podía pasarte a buscar...
–¿Pasarme a buscar para qué?
–Me gustaría... entrenar contigo –dijo él –. Hace mucho que no tenemos una batalla.
–Bien. Te espero. Pero a las nueve paramos ¿bien? –Dijo ella.
–Bien...
–Te espero. Besos –dijo la castaña y corto.
Cuando Shu toco la puerta, escondió el hielo. No quería preocuparlo por nada.
Entrenaron hasta las diez y media. Shu gano todas las batallas.
Luego de la ultima, logro explotar a Longinus. Hizo aquello que hacia al ganar, levantándose el pelo y mostrando su cicatriz. Le encantaba verlo hacerlo. Especialmente verlo sonreír.
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Se sentaron a descansar y tomar agua.
De repente, Shu le hiso una pregunta extraña.
–¿Extrañas tu casa?
–¿Por qué la extrañaría? –Pregunto ella.
–No se... ahí están tus padres y la casa donde naciste. Francia es tu tierra.
Lyz lo abrazo con fuerza.
–Mi tierra esta acá... donde estas.
A él le agrado la respuesta.
Ella no sabia como explicarle que su vida no tendría sentido si él no estaba en ella.
