5: Ognev

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Zhongli apoyó las manos en el mármol del baño, mirándose en el espejo. Debía admitir que se había sentido extraño desde hacía tiempo, aunque no le prestó mucha atención hasta ese momento, donde ya le preocupaba. Quizás estaba enfermo, a pesar de que eso no tuviera mucho sentido. Se dio cuenta de que cuando estaba con Childe se sentía... extraño. Todo era extraño alrededor del pelirrojo en realidad.

Era como una sensación cálida, agradable. Pero el no saber lo que era la causaba una cierta inquietud. Era imposible que fuera una enfermedad, la resistencia que tenía él ante las enfermedades humanas era excepcional, y las que de verdad podían afectarle estaban prácticamente extintas. Además, Childe no era un Adeptus que lo pudiera contagiar, y dudaba mucho que si se pusiera enfermo tuviera una sensación agradable que le hacía estar de buen humor.

No hablaría de eso con Aether, ya lo había molestado suficiente, y el rubio tenía otros asuntos que atender más importantes que su relación con Childe.

Zhongli agachó la cabeza, dejando de mirar su reflejo y suspirando. El día anterior habían follado en su oficina, y sorprendentemente consiguieron escabullirse sin ser vistos —o eso quería pensar. Aunque al salir a la calle fue una cosa diferente, ahí sí que les echaron algunas miradas curiosas. Descubrió que no le importó mucho, había sufrido cosas peores y el pelirrojo tampoco pareció muy afectado.

Habían quedado para el fin de semana.

Childe le invitó a cenar comida típica de Snezhnaya, pero Zhongli estaba completamente seguro de que también acabarían haciéndolo de nuevo. No es como si fuera a quejarse por eso de todos modos.

Aún así, seguía pensando en el comportamiento extraño del pelirrojo, que había dejado caer la propuesta de dormir juntos más de una vez. La habían cumplido varias veces, pero él seguía insistiendo con eso.

Zhongli se pasó la mano por el flequillo, suspirando de nuevo. Las emociones humanas eran bastante complicadas y confusas, él era un dios, se supone que debería poder controlar todo eso. Se equivocó rotundamente.

Salió del baño, dirigiéndose al sofá donde se dejó caer de lado, estando estirado y ocupando todo el espacio. Cerró los ojos, respirando profundamente. Hablar con Childe como lo hacían antes era... un poco difícil. No podía evitar pensar en las cosas que hacían; como su garganta emitía esos deliciosos sonidos que a Zhongli le encantaban, las expresiones que ponía retorciéndose de placer a comparación de su falsa sonrisa y ojos muertos, los suaves besos que se daban al final de sus encuentros que le hacían derretirse en el sitio... estaba feliz de poder verlo de esa forma, de ser partícipe de eso.

Zhongli recordó las palabras que Childe pronunció el día anterior.

"—No te preocupes, generalmente no soy el tipo de persona que la gente se alegra de ver."

Lo dijo como si no le afectara, como si todo estuviera bien, como si... como si se hubiera acostumbrado. Lo había hecho, en realidad. Él era el Undécimo Heraldo Fatui, reconocido por todas sus batallas y victorias; por crear problemas allá donde fuera. Childe le contó una vez que algo le sucedió con catorce años, algo que cambió radicalmente su vida y lo transformó en una persona nueva. Nunca mencionó los detalles, pero por la forma en que lo contó, Zhongli pudo ver perfectamente que se trataba de una experiencia lo suficientemente traumática como para que su familia le hiciera el vacío.

Los ojos de Childe nunca le habían pasado desapercibidos. Se decía que algunas personas tras pasar por grandes eventos traumáticos, sus ojos perdían todo su brillo, su vitalidad. Su mirada se tornaba una inerte, desenfocada. Esos eran los ojos de Childe, y si alguien le preguntaba a Zhongli, él estaba seguro que ese suceso que nunca mencionó tenía algo que ver.

𝙎𝙖𝙮 𝙮𝙤𝙪 𝙡𝙤𝙫𝙚 𝙢𝙚 [ 𝙕𝙝𝙤𝙣𝙜𝙘𝙝𝙞 +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora