6: Cintas

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Zhongli abrazó a Childe por la espalda, apoyando la cabeza en su cabello anaranjado e inhalando, el olor de Childe ninundando sus fosas nasales, cerrando los ojos. Apretó un poco más al pelirrojo con sus brazos, encontrándose extremadamente cómodo en esa posición.

—Ah... Zhongli... no... respiro... —se quejó Childe, tocando su brazo para que aflojara el agarre, lo cual hizo al instante. Childe jadeó, suspirando de alivio.

Habían terminado de lavarse y cambiado las las sábanas de la cama por unas limpias, y por fin se habían ido a dormir.

—Perdón... —se disculpó medio dormido, aún sin soltar al Heraldo, quien rió por lo bajo.

—Dejo me que ahorques y todo bien, pero me abrazas y me quedo sin aire —bromeó, tocando los brazos de Zhongli con cuidado—. Tienes que controlar tu fuerza.

—Eso hago —respondió, frotando su mejilla aún más contra Childe, pasando su pierna por encima del pelirrojo, encerrándolo con sus extremidades. No le estaba apretando demasiado, ya con el miedo de quedarse dormido y no soltarlo.

—No te das cuenta de lo ridículamente fuerte que eres —contestó, girándose del flojo agarre del ex arconte y apoyando la cabeza debajo de su cuello, rodeándolo con los brazos y piernas por igual. Zhongli volvió a abrazarlo, estrechándolo contra su pecho, controlando su fuerza. Se quedaron un rato más en silencio, escuchando la respiración del otro—. Pero... en serio, dije... cosas extrañas.

—¿Quieres hablar del tema? —preguntó con la voz ronca, levantando levemente los párpados.

No sabía a lo que se estaba refiriendo. ¿Qué se supone que había dicho para que le estuviera dando tantas vueltas?

—No... solo... uh... olvida eso —musitó. Zhongli respiró hondo, colocando a Childe más cerca suyo, si es que eso era posible.

—No has dicho nada raro, Childe —le volvió a repetir, escuchando como hizo un sonido en asentimiento. Seguía sin creerle. Decidió no darle más vueltas al tema, ambos estaban cansados y necesitaban descansar.

Zhongli cerró los ojos, dejando que el sueño lo consumiera y terminara por dormirse.

Zhongli escuchó la puerta de su oficina abrirse, alzando la cabeza y comprobando que esa vez sí se trataba de Hu Tao. No tenía su característica sonrisa en el rostro, estando con el ceño fruncido y los labios curvados hacia abajo. Zhongli se puso alerta, tensándose en su asiento.

—¿Te preocupa algo? —preguntó, viendo como se sentaba en una de las sillas enfrente de su escritorio, mirándolo a los ojos fijamente.

—Eso debería preguntarte yo —contestó ella. El castaño se fijó en los documentos que traía en las manos, los cuales dejó sobre la mesa, mostrándoselos con el rostro serio, como cuando hacía una ceremonia. Zhongli bajó la mirada hacia los papeles, sin evitar poder fruncir un poco el ceño—. Últimamente estás bastante distraído.

—Me disculpo —El silencio cayó entre ellos dos, inundando la habitación. El aire se había vuelto pesado, los nervios recorriendo el cuerpo de Zhongli. ¿Acaso Hu Tao se habría enterado de lo que pasó en su oficina? Zhongli se movió en su silla, incómodo mientras los ojos carmesíes lo atravesaban con la mirada—. Yo... —Hu Tao hizo un ruido, callando a Zhongli.

La chica comenzó a reírse a carcajadas, sosteniendo sus costados y flexionando las rodillas, apoyando los pies en el asiento mientras se echaba hacia atrás, riendo descontroladamente.

—¡Deberías haberte visto! —exclamó entre carcajadas—. ¡Qué expresión más graciosa, parecía que hubieras visto un fantasma o algo!

Zhongli puso los ojos en blanco, esperando a que terminara de hacer su espectáculo. La directora respiró aceleradamente, intentando tranquilizarse mientras algunas risas seguían escapándose.

𝙎𝙖𝙮 𝙮𝙤𝙪 𝙡𝙤𝙫𝙚 𝙢𝙚 [ 𝙕𝙝𝙤𝙣𝙜𝙘𝙝𝙞 +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora