~Yo no quiero que nadie me diga que todo va a ir bien, quiero que me miren a los ojos y me digan: Esto se va a la mierda, pero yo me quedo~
Siempre he pensado que correr es una manera de dejar atrás tus problemas. A cada zancada que doy siento como todo lo que me pesa va siendo aplastado por mis deportivas. No es permanente, ni siquiera es una solución. Es similar a poner una tirita en una herida abierta, la tapa y parece que ya no esté pero cuando te la quitas sigue ahí, exactamente igual que antes de taparla sino peor.
Después de recorrer la mitad de la cuidad sin parar de correr me detuve para recuperar el aliento. El miedo lo deje atrás hace varios minutos pero aun así no pare, no me he detenido hasta que he dejado de sentir las piernas y el corazón parecía que se me saldría del pecho.
Pero es ese dolor físico el que me reconforta, me hace sentirme humana y mi capacidad de controlarme aumenta.
Una mano se poso en mi hombro sobresaltándome. Estaba a punto de pegarle a quien sea cuando vi a Dean. Me miraba preocupado y su silueta con el pelo completamente negro contrastaba con la claridad del cielo.
-¿Estás bien, Lilith?
Su voz suena sincera lo que me tienta a contarle mis problemas, pero no puedo. No le he contado a mi mejor amiga lo que soy y no voy a hacerlo con él. Sería una falta a nuestra amistad.
-Más o menos.-murmure todavía recuperando el aliento.
Se quedo unos segundos observándome, todavía llevaba la camisa de Cinco por debajo de la sudadera y unos pantalones de chándal. Todo ello combinado con mi pelo sin peinar me hacen parecer que acabo de escaparme de algún psiquiátrico.
-Venia a fumar, ¿Te apetece? Parece que lo necesites- me pregunta señalándose el bolsillo. Asiento con la cabeza y lo sigo hasta el banco mas apartado de la gente.- ¿Quieres contarme que te ocurre?
Enciende el porro dándole una calada antes de pasármelo. El olor me invade las fosas nasales, es un olor característico, como a hierba seca pero algo más intenso y amargo. Cuando lo agarro nuestros dedos se rozan y noto los callos que endurecen su piel. Son ásperos al tacto al contrario que los de Cinco que eran suaves cuando recorrían todo mi cuerpo.
¿Por qué todo tiene que recordarme a él? Es jodidamente frustrante.
-Me estaba ahogando en esa casa, con la muerte de mi padre y el regreso de mis hermanos... Siento que en cualquier momento podría explotar-Le digo antes de dar una larga calada reteniendo el aire.
Cuanto más aguanto la respiración más me va subiendo el ciego. Otras veces me ayuda a olvidar todo lo que me duele, pero, por una vez, no sirve de nada.
-Pues en ese caso explota, grita, pégale a algo o llora. Lo que necesites, pero no te lo guardes dentro o te acabaras pudriendo por ello.
Me gire para observarlo, sus ojos negros brillaban bajo la luz del sol como si estuviese conteniendo las lágrimas.
-¿Lo dices por experiencia?-le pregunte mientras le pasaba el porro después de haberle dado otra calada.
Lo cogió sin mirarme a la cara sino que se quedo mirando el suelo.
-Quizá
Parece que ambos estamos rotos por dentro, aunque ¿A día de hoy quien no lo está?
A todos nos han roto el corazón de diferentes maneras. No solo el amor puede romperte, también una amistad que te traiciona, o los comentarios de tus padres criticando tus gustos y deseos.
Al fin y al cabo somos frágiles, nos rompemos al minino impacto y después es muy difícil pegar cada pedazo en su sitio.
Después de acabarnos el porro nos separamos, el se fue a su casa y yo tome rumbo a la mía. Ahora estoy mucho más tranquila y voy caminando por las calles como si estuviese flotando sobre una nube.
Según subía las escaleras hacia mi habitación me encontré con mis hermanos quienes bajaban rápidamente con Klaus en cabeza. Se acabo la paz, me van a destruir la nube de un guantazo de realidad.
Al verme caminar en dirección contraria, Klaus me agarro del brazo arrastrándome con ellos lo que casi me hace caer. Tanto Diego como Cinco se asombraron de la manera en que me estaba obligando a acompañarlos.
No sé que se ha pensado, ni que fuera un perro al que llevar de aquí para allí atado con una correa.
-¿Qué coño haces?-le pregunte tratando de soltarme de su agarre mientras me reía, incapaz de tomármelo enserio.
¿Qué mosca le ha picado a este ahora?
-Nos vamos, y tú vienes con nosotros.-dijo serio lo que me sorprendió. Creo que es la primera vez que lo oigo hablar tan en serio sin ese tono divertido que lo acompaña allí donde va.
-No, pienso...-iba a reclamarle, pero Diego me interrumpió.
-Allison está en peligro
Con esas palabras el ciego se me paso al instante siendo reemplazado por una frialdad que me inundo las venas aclarando mis pensamientos.
¿De verdad? Me distraigo un rato y ya están metiéndose en problemas.
-Bien, vamos-exclame dando un último tirón para finalmente liberarme- Pero puedo caminar sola.
En este rato no me he atrevido a mirar a Cinco a los ojos, no confió en que mi mirada no delate lo que siente mi corazón. Pero ahora que Klaus y Diego iban por delante me permití observarlo. Ya no llevaba el pijama sino que se había vuelto a poner uno de los uniformes de la academia. Me vi a mi misma anoche, quitándoselo y lanzando las prendas por toda la habitación, y las mejillas se me prendieron al rojo vivo.
Cariño, te has apoderado de mi mente.
Al subir la vista lo vi mirándome con una sonrisa de lado. No hay que ser un genio para saber que me ha pillado no solo mirándolo, si no desnudándolo con la mirada.
Definitivamente mi vida es una puta locura.
Puede que por eso este loca.
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LA FUERZA DEL FUEGO ~ CINCO HARGREEVES
FanfictionLa historia de la Umbrella Academy recorrió los periódicos y televisiones de todo el país. Seis niños con súper poderes que dedicaban sus días a detener a los malvados y salvar a los inocentes. Pero esta familia no se reducía solo a los héroes de...