CAPÍTULO I

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Ésta es una historia que quería compartir desde hace tiempo. Espero que les guste y si lo hace compartan y comenten. Si no les gusta igual compartan y comenten :v hoy por mi mañana por ustedes.

¡Disfruten!

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TARDES DE PRIMAVERA

CAPÍTULO I

NARRADOR OMNISCIENTE

Se respiraba el sereno aquella mañana de mayo.

El clima para esas fechas era bastante cálido y llevaba consigo un dejo de humedad en el aire. Miami era una ciudad casi como cualquier otra a esas horas de la mañana. Algunas personas iban en sus coches rumbo a sus trabajos, otras desayunaban en sus casas, algunas cuantas corrían a la orilla de la playa y otras más yacían aún dormidas en la comodidad de sus hogares. 

Y en uno de esos hogares, una chica de cabello negro azabache descansaba en la penumbra de su habitación. Un hilo de luz se coló por entre las cortinas y comenzó a iluminar su piel blanca; poco a poco una mirada esmeralda despertó.

-Lauren, hija ya es hora, se te hará tarde para ir al colegio.

Con la mano sobre su pecho miró hacia la puerta después de dar un respingo, la ponía de los nervios que su madre abriera la puerta de golpe y sin tocar. Se restregó lo ojos hasta poder abrirlos por completo y resopló asustada.

-Me asustaste-. masculló con voz ronca.

-No exageres, anda ya levántate.

La mujer encendió la luz para después salir. La alcoba se iluminó por completo dejando ver cómo era adornada por un escritorio, un pequeño librero, una guitarra acústica y una eléctrica. Cursaba el cuarto semestre de la preparatoria y a pesar de que era inteligente no le agradaba mucho la idea de levantarse a las seis de la mañana para ir a clases y tomar asignaturas que creía con seguridad no le iban a servir más adelante. Tomó un baño rápido, se vistió y ató su cabello en una coleta. Tomó la mochila y bajó a desayunar.

-Buenos días-. saludó su padre sin mirarla y dejando un licuado sobre la mesa.

-Buenos días-. respondió viéndolo salir de la cocina -Estoy bien papá, gracias por preguntar-. musitó para sí misma.

Ahí estaban de nuevo la indiferencia y la frialdad. Una sonrisa apenas asomó de sus labios, negó con la cabeza hastiada de su propia tristeza. Era cierto que en su infancia habían sido bastante unidos, si no servía la palabra para dar fe de lo dicho, existían fotos que lo comprobaban. Entonces, de pronto se encontraba en la secundaria y la relación estaba deteriorada y ella no entendía por qué todo había cambiado. Ser la mayor de sus tres hijos no parecía ser importante para ninguno de los dos, no cuando los enfrentamientos se hacían cada vez más comunes y dolorosos.

La chica salió de su casa, la cual cabe mencionar que era modesta y bonita. Había algunos árboles cerca y se podía respirar en el ambiente la humedad que dejaba el sereno de la madrugada a la naturaleza. Ella realmente lo adoraba y también amaba  ver aquel cielo azul teñido con algunas manchas anaranjadas en el horizonte. Saludó a uno de sus vecinos al verlo asomarse por la ventana, pasó por una guardería y después de algunas cuadras más ya se encontraba abordando el transporte que la llevaría a la preparatoria.

 El sueño le pesaba por cada extremidad, dando paso lento hacia la entrada del instituto cruzó el portón de la entrada ensimismada en sus pensamientos y en la pereza que cargaba consigo. Caminó un poco más, sus sentidos parecieron reaccionar y consiguió ver a su mejor amiga parada bajo el umbral de su salón de clases, la conocía bastante para saber que algo podía andar mal.

TARDES DE PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora