BROMAS HIRIENTES

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Al pasar de los años la personalidad del Shieda no había cambiado mucho, pues se mantenía su arrogancia, sin embargo, ahora parecía tener mayor facilidad para acercarse a los demás.

Su personalidad fresca y altanera, con un toque de agresividad que disfrazaba con un firme espíritu competitivo lo hizo de cierta forma, algo popular en la Orden.

Yuu se mantuvo oculto, al no tener nada que resaltar, parecía más bien la sombra de quien admiraba, pero eso no le molestaba en absoluto pues en Kayn tenía su refugio.

Aun recordaba el chico la primera vez que se dejó caer en los brazos del mayor, dolido por el menosprecio de sus compañeros. Era reconfortante ese tipo de contacto que descubrieron juntos, esos abrazos, dormir recargado el uno del otro bajo la sombra del árbol donde se conocieron... Su lugar especial.

Era un secreto, por supuesto. Kayn no quería verse inmerso con alguien inferior de manera pública, además de que, sin que Yuu supiera, se jactaba de ser todo un experto cuando de damas se trataba.

El entrenamiento había sido duro ese día en particular, y abrasador sol brillaba en lo alto, sobre los agotados acólitos que recogían el material utilizado en la sesión.

Kayn se refrescaba en la sombra bebiendo un poco de agua, a su alrededor algunos chicos riendo de sus ocurrencias.

-Entonces ¿Le estas ayudando a Yuu a mejorar después de los entrenamientos? Los veo salir juntos a veces.

-¿De qué hablas? ¿Yo con él? Para nada, ese chico se la pasa siguiéndome a todos lados, no sé qué le pasa, es un fastidio... Pero qué puedo hacer, simplemente no se va...- Respondió el Shieda dando un suspiro, como si la situación lo tuviera agotado.

Una vez terminó de hablar, miró hacia un lado, notando la repentina presencia de Yuu, quien había oído todo. No se le veía contento, y simplemente agachó la cabeza, para después retirarse en silencio, bajo las burlonas, pero levemente incómodas miradas de sus compañeros.

No hubo arrepentimiento, pero era una molestia que Yuu estuviera enojado, pues solía ignorarle y eso no le agradaba para nada al Shieda. Sabía que tenía que "arreglarlo".

Esa noche, cuando ya no había nadie rondando por los corredores, salió cierto azabache de su habitación, fundiéndose con las sombras hasta llegar al alfeizar de una ventana. Una vez ahí, tocó un par de veces esperando ser recibido.

Quien yacía en la cama dentro de ese cuarto se alarmó, y asustado asomó la cabeza fuera de la manta, viendo a la luz de la luna, a su amado, quien sonreía con sorna desde afuera. Yuu largó un suspiro, no estaba seguro de querer verlo luego de lo que había dicho horas atrás. Se sentía herido, ofendido y humillado.

Sin embargo, Kayn sabía que el chico no sería capaz de dejarlo afuera. Inseguro y descalzo, abrió la ventana, dándole así, entrada al mayor. Se sentaron en la cama, pero Yuu no le dirigía la mirada, simplemente jugaba nervioso con sus manos, esperando las disculpas de Kayn, disculpas que nunca llegarían.

-Te saltaste el almuerzo.- Rompió el silencio el de ojos ámbar.

-No estaba de humor para ir al comedor.- Habló tímido el menor.

-¿Qué tienes? ¿Sigues molesto por lo de hace un rato?- Preguntó, restándole importancia a aquel suceso.

-¿De verdad soy un fastidio? ¿Eso es lo que piensas de mí?- Se escuchaba la tristeza en cada una de sus palabras, lo cual provocó un suspiro de aborrecimiento en Kayn.

-¿Por qué sigues pensando en eso? Ugh... Te lo tomas todo siempre tan personal... Odio que no tengas sentido del humor, obviamente estaba jugando. Lo arruinaste al irte, era sólo una broma... Por favor...- Habló entre molesto y divertido, tratando de excusarse.

Aquello pareció no convencer a Yuu, quien ahora se cuestionaba si de verdad había sido tan dramático. Abrazó sus piernas escondiendo su rostro.

-Es que... Pareció que lo dijiste tan enserio... No lo sé...

-¿Acaso no confías en mí?- Cuestionó en un tono fingido de melancolía, esto hizo sentir mal a Yuu, pues no le gustaba ver decaído a Kayn.

-Confío en ti, de verdad... Lamento haber hecho una escena...

-Tranquilo, ya pasó.- Puso una de sus manos sobre la cabeza del menor, acariciando su cabello para calmarle. Yuu volteó a mirarle, en la obscuridad, sonrió un poco para después acercarse a abrazar al contrario.- Eres el único al que dejaría hacer esto... siéntete afortunado.

Durmieron juntos esa noche, como otras veces habían hecho. Yuu encontraba calidez en los fríos brazos de Kayn.

Dark Kayn One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora