Sólo un sueño

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Y entonces ¿Era libre?
Veía el cielo nocturno, el humo tiñendolo en tonos rojizos y opacos, el caos a lo lejos, y yo ahí, por encima de todo, sentía el viento levantar suavemente mi ropa.

Suspiré, tenía que irme. Debía llegar al piso más alto de aquél edificio, debía hacerlo.

Entré sintiéndome dueño de todo, no había nadie, nada podría detenerme. Ágilmente subía piso por piso, volando por las escaleras.

Muchos pisos arriba, muchos faltaban por dejar atrás.

—¿Crees que eres libre?

Mis pies quedaron anclados al piso, y pronto los acompañó mi cara. El susto, el repentino dolor. Miré arriba, y ahí estaba él.

—¿Crees que lo harás sin mi?

Mi espalda dolía, apoyé mis manos sobre su muñeca, tratando de alejarlo. Me asfixiaba, lo veía sobre mí, cada vez más borroso.

—¿A dónde ibas con tanta confianza? ¿A salvar al mundo?

Oh, qué desgracia la mía. Saborear la dulzura de experiencias nunca antes vividas, y que la amargura del pasado contamine mis entrañas.

—Nada podrá detenerme, ni si quiera tú, tan insignificante y pequeño. No puedes controlarte, debí suponer que no podrías manejar todo lo que te di. Pero tranquilo, yo sí puedo.

¿Por qué mis lágrimas serán tan ligeras? ¿Será porque ya son expertas en abandonarme?
El dolor es tan absurdo
¿Por qué sus manos duelen tanto?

—Yo puedo arreglarte.

No hay nada, no soy nada, todo lo que soy se reduce a polvo, a ceniza y arena.

Dark Kayn One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora