Todos los días viajo a París

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Un hermoso ensueño vacilado en la armadura de la sosegante guardia descubierta en tus ojos, empezada desde adentro, sentida desde afuera, guardándose de lo malo, persistiendo en lo ideal, buscando metas, encontrando peldaños, muros escalables, huecos que no quieren ser tapados. Un enredo caótico, efímero, que vierte su idealismo de la magia fantástica en galardones de aceite perfumado, derramado sobre el cabello, haciendo cafuné con sus dedos frágiles, sencillos y livianos.

Un universo paralelo al que muestran en noticias, bastantes imágenes de nebulosas, de estrellas, soles y lunas, choques galácticos y miradas perdidas... entre esas tú, destacando en lo alto, siendo leal a tus ideales, descubriendo mundos en ti, siendo tú, renovando fuerzas con tu sonrisa, sintiendo el dolor ajeno... ¿qué más pedir a la vida si tengo a mi lado tantas razones para sonreír de madrugada, para soñar despierto, para comer papas a la francesa con salsa de tomate a tu lado, y mirar cinco atardeceres en un día, uno de ellos el que nos proporciona la naturaleza, y los cuatro restantes los que me brinda tu mirada.

Para ser feliz, necesito estar a tu lado, para ser feliz necesito continuar mirándote, o por lo menos tocarte si llego a no volver a ver, que me sigas consintiendo, que me sigas amando, porque contigo la vida es un milagro, y soy feliz, desde que juré amarte por toda la vida. Imagínate alguien adinerado, que viaje una vez al mes a cualquier parte del mundo, sabes que yo soy feliz si viajo a Europa, por lo menos a la misma parte... pero ¿sabes qué es lo mejor? Estar contigo es viajar todos los días, porque aunque esté siempre en el mismo lugar, contigo todos los días viajo a París.

Con amor,

Mahath.

No, no es un diario másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora