2. En un mundo en blanco y negro, tu brillas en azul cielo

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Pergolero

Después de revolcarme, en la desgracia, me levanto, y vago por las calles desiertas de esta ciudad.

Estoy húmedo, estoy perdido.

Camino, muerto, muerto, avanzó, esperando algo, esperando algo.

Azul, azul, azul.

En un desierto de escaparates y luces de neón, me interno entre los callejones oscuros, rodeados de todos aquellos desechados por la sociedad.

No tengo miedo, no importa, no importa, porque yo soy como ellos, o no. No. No.

No soy como ellos, yo soy distinto, distinto, yo deseo, yo sueño, mi obsesión es distinta. Y mis deseos son distintos.

Revolcándose entre basura, aquéllos que necesitan ocultar su vicios me vigilan, pero después ya no importo.

Vestido de noche, cabello de bruma, aretes, perforaciones, y un collar de puta.

La luna me saluda, hola, adiós. Me sumergí en la vida, busco entre el todo y no encuentro nada.

Llego hasta el mismo bar de siempre, con sus canciones de letras que encubren la misoginia y sus cervezas que saben a orina.

Luces, música alta, sudor y jadeos. No conoces a nadie, y eso no importa.

Me adentro entre el caos de cuerpos e intenciones desagradables, aquí, entre nubes de humo y drogas, todos se permiten escapar de sí mismos un rato.

Entre las luces de neón, busco mi mejor trabajo. Me entrego entre el vivir y el morir, vivo o muero. No lo sé. No importa.

Compro un poco de cualquier cosa. Lo enrollo, sostengo, enciendo y me pierdo, inhalo y exhalo, perdiéndome en aquel azul diluido.

Azul, azul, azul.

Y entonces, en medio de mi desenfrenado tormento. Abro los ojos ante aquella aparición divina.

Azul, azul, azul.

Entre luces de neón y cuerpos sudorosos, avanza con indiferencia, aquel que juega a no ser como nosotros.

Camina con desenfado, con una soltura y sensualidad coqueta, debajo de una timidez impropia.

En un mundo en blanco y negro, brilla en azul cielo.

Su cabello, su cabello, en su cabello lleva el cielo, el cielo, y en sus ojos lleva los riachuelos.

Mientras avanza en mi dirección, con andar dudoso, mis pensamientos me traicionan y una necesidad que ya conozco me golpea, me desespero, el ansia, la necesidad.

Ahora pasa frente a mi, el cielo, el cielo, el chico de cielo, un trozo de cielo que cayo frente a mi.

Mis latidos, mi corazón palpita emocionado, lo encuentro, lo encuentro. La felicidad estalla, en mi pecho, en mis pulmones, se condensa en un suspiro.

Mis ruegos, ¿mis ruegos desesperados han surtido efecto?

Porque ante mi hay un sueño, la fuente conexa de mi obsesión. Lo tengo, lo tengo y lo pierdo.

Se va, desaparece, entre el mar de gente y luces de neón. No es hasta que pierdo sus cabellos, que el mismo vacío me golpea con más fuerza que antes.

Me desvanezco, caigo, caigo, al suelo, en medio de gritos de júbilo y expresiones extasiadas.

Porque lo que acabo de experimentar fue el éxtasis. No hay mayor palabra, el orgasmo más fuerte. Más poderoso, tembloroso en el suelo, mi piel se eriza, la excitación me recorre y el vacío en mi estómago me hace vomitar.

Me retuerzo, y mi vista se basa en luces y destellos, de colores y formas, pero en lo único que puedo pensar es en azul. Azul. Azul.

En su cabello, en su forma, en su perfección.

Estoy en el suelo, y algo en mi interior perdura, la sensación de vértigo no desaparece, se hace más fuerte, más necesitada, más desesperada.

Debo, debo, debo tenerlo, debo tenerle, porque es el cielo, mi cielo.

No se reconocer el palpitar de mi corazón, más fuerte que cualquier necesidad.

Esto debe ser amor, si, si, amor.

En un mundo en blanco y negro, tu brillas en azul cielo.

En un mundo en blanco y negro, tu brillas en azul cielo

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El chico que se robo el Azul del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora