Adrien sentía el peso de los días recientes en cada página que hojeaba. Llevaba ya casi media hora con el mismo informe en las manos, incapaz de avanzar más allá de la misma línea. No podía concentrarse; su mente volvía insistentemente a la idea de que Marinette estaba a solo unos pasos de su cuarto. El hecho de que Marinette hubiera regresado a su vida como si el tiempo no hubiera dejado rastro en ella lo desvelaba. Las pocas horas de sueño que lograba robarle a la noche eran invadidas por pesadillas en las que volvía a perderla, de igual o peor forma que la primera vez. Aquella angustia lo consumía en silencio, día tras día.
Dejó el informe a un lado, suspirando profundamente. Se levantó de su silla y caminó hacia la ventana de su cuarto, donde el paisaje de la tarde se desplegaba ante él. Se reprochó una vez más no haber puesto cortinas o algo que le quitara la vista del exterior. Soltó una risa sarcástica, apenas recordaba por qué alguna vez creyó estar tan ocupado que nunca tuvo tiempo para esos detalles.
Había prometido a sí mismo no dejar que la vida se le escapara de entre las manos, pero aquí estaba, nuevamente atrapado en el mismo ciclo interminable de trabajo y soledad.
Decidió que ese día no trabajaría más en su cuarto. Quería animar a Marinette, sacarla de la casa, hacerla sonreír, aunque fuera solo un poco. Era lo menos que podía hacer, después de todo lo que ella había sufrido.
"Quizá una caminata por los alrededores...", pensó. Sin embargo, los días pasados no le habían dado oportunidad para pasar tiempo con ella. Salía tarde de su cuarto y se encerraba en su propio mundo de responsabilidades. No era que no quisiera verla o hablar con ella, pero había algo en su interior que lo detenía. Tal vez era el miedo de enfrentarse a la realidad de tenerla de vuelta, de recordar el dolor que sintió cuando perdió al único amor que había conocido realmente.
Cuando se disponía a salir y pasar un rato con ella, su teléfono sonó, sacándolo bruscamente de sus pensamientos.
—Diga —contestó mientras volvía a sentarse, intentando recuperar algo de compostura.
—Disculpe por molestarlo, señor —la voz de su secretaria sonaba más nerviosa de lo habitual—. Unos policías están aquí en la oficina. Dicen que es urgente verlo.
Adrien frunció el ceño, ante aquello.
—¿Te dijeron el motivo?
—No, señor. Solo comentaron que no se retirarán sin verlo.
El fastidio comenzó a agitarse en su pecho. "¿Qué puede ser tan urgente como para buscarme aquí y ahora?", se preguntó con molestia.
—Diles que pasen mañana. Hoy estoy descansando —respondió, su tono más frío de lo que pretendía.
—Ese es el problema, señor. Insisten en que es un asunto urgente y piden su dirección para verlo hoy mismo si es necesario. No se moverán hasta obtenerla —la incomodidad de su secretaria se hizo aún más evidente.
Adrien apretó la mandíbula. No podía permitir que los policías vinieran a su casa, no cuando Marinette estaba allí.
—Está bien. Diles que llegaré en una hora... o más.
—Claro, señor.
Colgó la llamada y suspiró profundamente. Estaba molesto, pero no por los policías, sino por lo que esto significaba. Despertó a Plagg, que seguía durmiendo cómodamente en su almohada.
—¿Puedes despertarme con un poco de cuidado? —se quejó Plagg, bostezando.
—Unos policías me están buscando en la oficina —dijo Adrien, sin prestar atención a la queja de su compañero.
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La ultima hoja [MLB] - Adrinette
FanfictionUn deseo antes de que caiga la hoja. Un adiós antes que desaparezca. Un secreto que se debe revelar. . Marinette no recuerda como fue que partió del mundo pero si recuerda el amor que dejó atrás; ahora que ha vuelto debe entender todo el cambio que...