Capítulo II

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La extraña pareja se dirigía hacia la orilla de un rio.

- Creo que se me cayó por aquí – murmuró Hanma.

- ¿Qué es ese paquete? – preguntó sin titubeo Kisaki.

Hanma le dedicó una de sus sonrisas al pequeño. Bajó por la pendiente y empezó a buscar entre la hierba. Kisaki caminaba despreocupado cerca del chico alto, movía la hierba con el pie mientras miraba al suelo fingiendo que buscaba.

- Desde allí arriba no vas a ver mucho – le reprochó Hanma sin parar de rebuscar.

Kisaki se agachó imitando al alto para rebuscar entre la hierba, pero no podía quitarle los ojos de encima a Hanma. Su figura alta agachada de esta manera era muy graciosa y por unos segundos se olvidó de la mierda de semana que había tenido. Parecía un niño grande jugando con la arena de la playa en esa posición. Hanma levantó la cabeza de golpe y se quedó mirando fijamente los ojos azules de Kisaki, él apartó la vista rápidamente.

"¿Se dio cuenta que estaba embobado mirándole?"

Hanma sin ponerse en pie levantó el brazo, sostenía algo pequeño y brillante entre sus largos dedos. Kisaki se acercó para observar lo que le estaba enseñando. Era un pendiente.

- ¿Este era el paquete? – preguntó sorprendido el moreno.

Hanma rió con toda la fuerza de sus pulmones. Las facciones de Kisaki cambiaron por completo, en su cara se dibujó un gesto de enfado, no soportaba que se rieran de él.

- Eres muy gracioso. – dijo Hanma mientras terminaba su carcajada – Alguien debe haberlo perdido, te quedaría muy bien – siguió mientras miraba fijamente los ojos del moreno desde abajo.

Era un pendiente dorado, con forma rectangular. No tenía nada de especial, por eso no debían haberse esforzado mucho en buscarlo.

- No tengo agujeros y no creo que me quede bien – escupió Kisaki con desdén.

- Eso lo podemos arreglar rápido, hará conjunto con el color de tu pelo – Hanma terminó la frase con una de sus sonrisas pero esta vez no le pareció para nada macabra a Kisaki, al contrario, sintió como una sensación de calor recorría su pecho.

Nadie le había hecho nunca un regalo a parte de sus padres. Un color rojizo invadió las mejillas del bajito, pero la zona estaba muy poco iluminada y Hanma no se percató de ello.

Hanma limpió el pendiente con sus largos dedos y se lo ofreció a Kisaki. El dorso de su mano tenía un tatuaje, de hecho tenía uno en cada mano. "Pecado" y "Castigo". El moreno cogió el pendiente y lo acercó a su cara para mirarlo bien. Efectivamente nada de especial. Pero ya no quería soltarlo.

- Solo necesitamos una aguja y hielo – las palabras de Hanma hicieron despertar a Kisaki de golpe de su encantamiento.

- En mi casa seguro que hay pero – dijo convencido Kisaki – ¿no deberíamos encontrar el paquete antes?

- No creo que lo encontremos – el alto encogió los hombros – no se ve una mierda y no sé donde se cayó.

"Seguro que no hay ningún paquete" pensó Kisaki mientras ponía los ojos en blanco.

Hanma se levantó de un salto. Con otro salto se acercó al bajito y rodeó su espalda con uno de esos largos brazos que tenía. Kisaki se puso rígido de golpe ya que no se lo esperaba.

- Vamos a tu casa – la cara de Hanma otra vez estaba muy cerca de la de Kisaki.

El moreno asintió con la cabeza.

Salieron de la orilla y cogieron la calle por donde habían venido. Silenciosamente se dirigían hacia casa de Kisaki. Otra vez Hanma andaba dando saltitos mientras Kisaki caminaba a su lado arrastrando los pies.

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Hanma se sentó en un columpio mientras Kisaki entraba en su casa para buscar lo que necesitaban. Apareció a los pocos minutos con una bolsa de plástico. Hanma la abrió impaciente.

- ¿Has cogido todo el botiquín? – susurró Hanma mientras rebuscaba en la bolsa con media sonrisa dibujada en la cara.

- Hay que ser precavido – respondió el moreno mientras levantaba la mano y le ofrecía una aguja a Hanma.

- Allí estaremos más cómodos – dijo el alto mientras cogía la aguja y se levantaba del columpio.

Se dirigieron los dos hacia un banco que había cerca, Hanma se sentó el primero. Se dio unos golpecitos en la pierna con la mano mirando fijamente a Kisaki, quería que el moreno se sentara en su regazo. El bajito ladeó la cabeza y se sentó a su lado. Estaba nervioso, Hanma no parecía alguien a quien debería dejar mutilarle la oreja pero a estas alturas poco podía hacer. Además muy en el fondo estaba feliz por los acontecimientos de esa noche.

Kisaki cogió una botella pequeña de agua oxigenada y con un pañuelo desinfectó su lóbulo, cuando terminó, Hanma sacó el hielo de la bolsa y se lo puso en la oreja izquerda durante unos minutos.

- Es para que tengas menos sensibilidad – explicaba Hanma para que Kisaki se relajara, parecía siempre en su mundo pero se daba cuenta cada vez que el bajito se ponía rígido por la tensión – va a ser rápido ni te darás cuenta ya verás ¿estás preparado?

Kisaki no era capaz de emitir ningún sonido, no le gustaba el dolor y nunca se había hecho una perforación. Solo quería que todo terminara.

Hanma esperó mientras esterilizaba la aguja con el fuego de su mechero sosteniéndola sobre la llama unos segundos. Al no tener respuesta aproximó poco a poco su cuerpo a Kisaki mientras le sujetaba la mandíbula con la mano que tenía libre. Le levantó la cabeza para poder maniobrar mejor.

- Allá voy no te muevas – dijo el alto mientras acercaba la aguja a la oreja del moreno. Le soltó la mandíbula y le cogió el lóbulo con sus largos dedos.

Con un movimiento rápido Kisaki agarró el muslo de Hanma con su mano clavándole los dedos en la poca carne que tenía. Hanma no pudo evitar sonreír.

El alto acarició la mejilla del moreno con su largo dedo meñique mientras murmuraba

- No te haré daño, ya verás que ni te darás cuenta, tienes la oreja casi insensible por el hielo.

Kisaki cerró los ojos como señal para que lo hiciera, pero no soltó el muslo ni aflojó su mano. Hanma perforó el lóbulo moviendo suavemente la mano para introducir la aguja en el lóbulo. En seguida introdujo el pendiente en el agujero y lo acomodó lo mejor que pudo intentando no hacerle daño a Kisaki.

El rubio abrió los ojos buscando los de Hanma. Le dolía la oreja pero no tanto como imaginaba, seguramente el dolor vendría después. El alto le respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

- Ha sido rápido ¿verdad?

- Me ha parecido una eternidad...

- No te quites el pendiente durante 6 semanas como mínimo para que no se cierre – las palabras de Hanma eran serias pero su rostro como siempre dibujaba una sonrisa exagerada – aunque dudo que encuentres un pendiente que te quede mejor.

"No me lo quitaría por nada del mundo" pensó Kisaki intentando mantener una expresión seria.

- Debería irme a casa antes de que encuentres otro pendiente.

- Ha sido un placer perforarte – respondió Hanma.

Los dos se dirigieron al portal de Kisaki en silencio, cuando llegaron se pararon uno enfrente del otro.

- Hasta pronto – dijo Kisaki con su habitual expresión fría, aunque por dentro necesitaba saber cuándo lo volvería a ver – gracias por el pendiente y eso.

-Gracias a ti por hacerme de guardaespaldas – le dijo Hanma con su clásica sonrisa – nos veremos pronto.

El chico alto se alejó del portal dando saltos mientras Kisaki entraba arrastrando los pies. Había sido una noche extraña pero interesante.

Yo quiero la luna [Hankisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora