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Me tira al suelo y me empapo del agua sucia.

-Hoy no quería ensuciarme- hablo entre dientes cuando freno sus manos, va a decir algo pero le escupo en la boca.

Asqueada se levanta el instante, aprovecho para levantarme, hundir mis dedos en la raíz de su pelo y agarrarla con fuerza, tiro y torpemente se tambalea hacia mí, le estampo mi rodilla en la boca del estomago dos veces.

Con mi agarre en su pelo evito que se suelte y cuando forcejea solo se hace daño así misma.

La suelto y le doy un puñetazo en la cara, porque al fin y al cabo el dinero sale del espectáculo, uno sangriento y salvaje, pero espectáculo.

-¡VAMOS, VAMOS!- los de su lado la animan a seguir y veo ira en sus ojos.

Se abalanza hacia mí, me pongo en guardia y de repente se tira al suelo, me pega una patada en las piernas que me desestabiliza, mierda, caigo al suelo y ella se pone encima mío.

Y ahí, es cuando empieza la pelea realmente agresiva.

Aquí no tenemos protecciones, no hay nada más que tus huesos recubiertos por músculos y piel, solo llevamos una camiseta blanca y unos pantalones de ciclista ajustados, todo, porque así los hombres nos miran hacernos mierda empapadas y con ropa ajustada.

Esta chica es buena, muy buena, me ha dado tal puñetazo en la nariz que ahora estoy sangrando, no me la ha roto pero joder cómo duele. También me ha partido el labio.

Pero yo no me he quedado atrás, ahora se mueve más lento y las llaves tan pomposas del principio ahora son pequeñas y fuertes, como si quisiera terminar pronto.

-¡VAMOS, VAMOS, VAMOS!- lo gritos de todos se mezclan pero yo solo los escucho de fondo.

Me lanzo hacia ella después de respirar cinco segundos seguidos, la cojo de las piernas y la estampo contra el suelo.

-Ríndete- intento gritar para que me escuche cuando forcejeamos.

-Véte a la mierda rosada- me escupe en la cara la sangre que tiene en la boca, pero ni así me aparto. A mí no me molesta.

-Ríndete- le estampo mi puño en la mejilla cuando veo una falla en su defensa.

La cojo de las muñecas, aprieta su agarre y se aferra con fuerza a su pecho, tirando de ella hago que levante su espalda del suelo, con toda mi fuerza y mi peso hago que su espalda choque con fuerza. Por el dolor del impacto abre sus brazos.

La cojo de las manos y voy a darle un cabezazo pero en un milisegundo se retuerce con tanta fuerza que me tira a un lado.

Me coge del brazo y me hace una llave haciendo fuerza con sus piernas encima de mi pecho.

Quiere partirme el brazo.

-¡Ríndete!- grita.

-¡Ah!- me lo va ha partir, abro la boca y le muerdo la pierna tan fuerte que le hago sangre.

-¡AH!- me suelta en cuanto no puede soportarlo más y yo me levanto, no le doy tiempo y le planto mi rodilla en la cara. Se cae hacia atrás.

Escupo a un lado antes de subirme sobre ella, sus golpes son más suaves que antes y su nariz empieza a sangrar demasiado.

-¡Ríndete!- grito pero se las apaña para golpearme en las costillas -Que, te, rindas ¡joder!- con cada palabra le doy un golpe en la cara, apenas puede cubrirse.

Me levanto torpemente y le planto dos paradas con todas mis fuerzas en el estomago. Con eso no podrá levantarse.

-¡VIGÉSIMO TERCERA VICTORIA!- grita el locutor por el micrófono -¡PARA PINKIE PIE!- Matt, Joe, y Billy se acercan emocionados y gritando mi nombre, me cogen en brazos.

Odio esto.

-¡PINKIE PIE, PINKIE PIE!- vitorean -¡SI!- parecen bestias gritando.

Me dejan en la habitación para limpiarme y calmarme.

Me ducho en esa pequeña pero sorprendentemente limpia ducha y me cambio rápido en el baño con el pestillo puesto. Salgo y ahí están.

-Eh, pequeño cupcake- Billy es el único que se podría decir que no me cae mal.

Me mira con una sonrisa mientras sigue jugando con la pequeña pelota que tiene en sus manos, lanzándola al aire y volviéndola a coger. Voy directamente a la taquilla.

-Pensamos que te iba a hacer tragar ese agua- se burla Matt.

-¿Cómo tú te la tragas cuando se corren en tu boca?- pongo mi ropa sucia en una bolsa de plástico. Billy se ríe muy alto y Matt solo sonríe negando con los ojos cerrados.

-Con lo dulce que pareces, pequeño cupcake- dice con voz ñoña.

-Es por el pelo y lo sabes- añade Billy, termino de poner todo a mi mochila y cierro la taquilla.

Me he teñido el pelo de muchos colores, por eso muchos me llaman "cupcake" o "pie" y desde hace un tiempo lo tengo rosa pastel por eso me llaman "pinkie".

-¡Hola! ¿Cómo estás pequeño cupcake?- la cabeza de Gabriel se asoma por la puerta -He visto como te pegaban y no podía hacer nada- hace un ridículo puchero.

Gabriel, es una mierda insoportable que conozco desde hace años, nunca habla de sí mismo pero tiene contactos en todas partes, no hay nada en esta ciudad que no él no pueda saber, nadie sabe quién cojones es o a qué se dedica realmente, solo va y viene, como una puta mosca.

-Déjame- le doy un manotazo cuando va a tocarme la cara. Le rodeo para irme. Veo cómo los dos hacen gestos de enamorados, les fulmino con la mirada y paran.

-He oído que te queda una semana de alojamiento- paro en seco cuando le escucho pero no me giro -Mi oferta sigue en pie, mi dulce cupcake- frunzo el ceño y aprieto los puños con fuerza.

Salgo de la habitación abriendo la puerta con fuerza, con la mirada busco a Joe y lo veo en su despacho, arriba.

Me ve y me hace una señal para que suba.

-Pinkie ¿estás segura?- sigue mirando el cristal cuando entro.

-¿Ese es mi dinero?- me acerco a la bolsa de deporte que hay en la mesa.

-Ah...- suspira cansado y asiente, la cojo y me la pongo -Ten cuidado, ahí fuera- sigue sin mirarme. No le respondo y me voy.

El juego de Molly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora