3.

2 1 0
                                    

Camino hasta casa todo lo rápido que puedo.

No voy a la entrada sino que voy al jardín y escalo el árbol, llego a la escalera de incendios y salto, subo hasta mi ventana y entro.

Allí está Billy esperando tranquilamente sentado en mi cama. Con la luz de la mesa encendida.

-¿Sabes qué había una fiesta en tu honor?- mira a la pared.

-¿Y qué?- dejo la mochila con los aerosoles en el suelo y me quito los zapatos.

-Mm...- suena muy calmado, pongo la mochila con el dinero en la mesa -¿A dónde vas a ir?- freno todos mis movimientos.

-¿Cuánto te ha dado?- me giro y le miro fijamente.

-¿Qué?- me mira confundido.

-Gabriel- digo su nombre y se asusta -¿Cuánto te ha dado para saber qué haré?- frunzo el ceño.

Así son las cosas, allí abajo y aquí arriba, todos y todo se rige por el todo poderoso dolar. Y la gente como nosotros no puede darse el lujo de decir que no.

-Doscientos- baja la mirada -Cree que te vas a ir de la ciudad y quiere saber a dónde ¿de verdad te vas?- levanta la mirada y me mira como pidiéndome que no lo haga.

-¿Cuándo he dicho que me iba a ir?- me acerco.

-Podrías quedarte conmigo- ofrece rápidamente -A Matt no le importaría-

-Los dos sabemos que apenas soporto a Matt cuando voy al agujero- sonríe por mi comentario -Puedo arreglármelas sola- me siento en mi cama y cruzo las piernas.

-Pinkie, no tienes porqué estar sola, déjame ayudarte- me coge de la mano.

-Billy no puedes seguir haciéndote esto- le miro a los ojos -Hacer que dependa de ti no me hará quererte- hablo suave para no hacerle mucho daño. Baja la mirada y me sigue acariciando la mano.

-Lo se- intenta sonreír, voy a decir algo pero se levanta -Voy...- sorbe por la nariz ¿está llorando? -Será mejor que me vaya, ya nos veremos por ahí- se acerca a la ventana y sale antes de que diga nada.

Billy es dos años mayor que yo.

Me acerco y cierro la ventana.

Conozco a Billy al igual que Matt desde hace mucho tiempo, él no esta mal, de entre toda la mierda que hay por aquí no está mal, hubo un tiempo en el que intenté que me gustase, enamorarme de verdad, pero no pude...

Puede que lo haya confundido después de acostarme con él una o dos veces pero esa no era mi intención, creí que estaba claro porque así lo veo yo. El sexo y el amor son cosas muy distintas pero que a menudo, no se porque, se confunden.

Me tiro a la cama y me quedo un rato mirando al techo.

Cierro los ojos y cuando los abro es de día, me levanto con todo el pelo como un nido de pájaros, no sé en qué momento me dormí, ni siquiera me quité la ropa.

Voy como zombi por los pasillos y llego a la cocina, abro la nevera me bebo dos o tres tragos de leche, cojo un panecillo lo abro con los dedos, con el cuchillo para untar me hago mi bocadillo mañanero de chocolate.

Me duele al moverme y siento mi cuerpo magullado.

Cuando termino, lo guardo todo y vuelvo a subir. Escucho como empiezan a despertarse pero no me importa, yo tengo un reloj biológico que me obliga a despertarme antes que los demás, así siempre tengo comida en el desayuno.

Vuelvo sobre mis pasos dejando migas en todas partes. A lo Hansel y Gretel, pero en vez de llegar a una casa hecha de dulces llego a mi desastre propio, al que llamo cuarto.

Dejo la mitad del bocadillo en la cama y dándole pataditas a los zapatos, libros y el resto de cosas que tengo en el suelo me hago un camino al armario, no recuerdo si ordene la semana pasada o hace un mes.

Lo abro y cojo los primeros vaqueros que tocan mis dedos, con la camiseta soy más selectiva, me decanto por una camiseta blanca de Lisa Simpson seria con un cartel abajo que pone "I'm happy", cojo una sudadera del mismo color y unas zapatillas que no estén apunto de pasar a mejor vida.

No tengo mucha ropa, la gran mayoría es heredada pero tengo la suficiente.

Me termino de cambiar, cojo un espejo del suelo y me curo a mi misma, me pongo pomada, parches en la cara y con vendas me cubro las manos.

Me cuelgo la mochila del dinero del hombro y cojo el bocadillo, salgo por la ventana en cuanto empiezo a escuchar cómo despiertan a los demás.

Hago el mismo recorrido que ayer por la noche y me alejo.

Hasta nunca orfanato Santa luz.

No hay emotivas despedidas, no cojo ninguna foto de nadie, no tengo nada a lo que aferrarme, tampoco cojo mi móvil, solo camino sin pararme a la estación de trenes.

-Un billete- en cuanto me planto en la oficina sorprendo a la mujer que hay detrás del mostrador.

-¿A dónde?- me mira de pies a cabeza.

-Me da igual, el primero que salga- me encojo de hombros.

-Está bien...- mira su ordenador y teclea -Puedes subirte al que saldrá en veinte minutos, irás a- lee y habla a la vez.

-Me da igual- la corto -Deme ese- me mira y asiente.

-¿Primera, segunda, turista, clase económica?- no me mira.

-Segunda- me encojo de hombros.

-¿Fumadora?- me mira de reojo.

-No- no es del todo mentira.

-¿Ventana o pasillo?- deja de mirarme y sigue tecleando.

-Ventana- en realidad me da igual.

-¿Comidas incluidas?-

-Claro... porque no- hablo bajo.

-¿Quiere el servicio de bar incluido? ¿O prefiere el servicio plus?- ¿qué? ¿Por qué hay tantas cosas?

-No, solo quiero el billete y las comidas- la miro con el ceño fruncido.

Después de darle todos mis datos ya hemos terminado.

-Son cuarenta cinco con setenta dólares-

Saco un billete de cincuenta y lo planto en la mesa.

-¿Quiere el cambio?- abre la caja.

-Si- claro que quiero cambio.

Me lo da y me voy hacía el. 10 minutos. Mato el tiempo comprándome en un puesto de la estación un cuaderno y unos lápices de colores. Dibujo cualquier cosa que se me viene a la cabeza y cuando me quiero dar cuenta el tren ya está aquí.

Recojo rápido y voy hacia la puerta donde nadie me pregunta nada, si hubiera sabido que me iban a dejar entrar así me habría ahorrado los cincuenta dólares.

Busco mi asiento y cuando por fin lo encuentro me siento, me acomodo y uso la mochila como almohada, es un poco incómoda por es lo mejor que tengo.

Después de un buen rato sin hacer nada, me entra la curiosidad.

¿Hacia dónde diablos estoy yendo?

Miro el billete y busco el destino.

¿"Portland- Oregon"? ¿Eso dónde está?

Cojo la tablet del asiento y busco, a ver dónde está Portland.

¿¡37 horas!? ¿Me estás jodiendo?

Eso son casi dos días, calma, un poco de clama. Me tranquilizo a mí misma, por lo menos está lejos.

Me recuesto y apoyo la cabeza en el cristal.

Voy a empezar una nueva vida... muy, muy lejos de la anterior.

El juego de Molly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora