Después de que Mario se fuera y de interminables llamadas que ha recibido Donna, consigue redactar un contrato provisional hasta que redacte uno oficial.
–Y con esto– recoge el papel recien imprimido –Ya estaría todo, firma por favor– lo pone en la mesa y me pasa un bolígrafo.
Firmo leyéndolo por encima.
–Ahora si, bienvenida al edificio oficialmente– sonríe cuando lo coge.
–Ah...– no he dejado muy claro uno de los puntos del contrato –Voy– me mira atenta –A pagar en efectivo, no es un problema ¿no?–
–¿Hablas de la entrada?–
–Siempre– aclaro.
–Dime que no te estas escondiendo de la mafia, por favor– me mira preocupada.
–No, no es nada de eso– niego rápidamente –Solo que todavía no tengo cuenta bancaria– me excuso.
–Claro– suspira aliviada –Mientras no desaparezcas de un día para otro o me robes– sonríe y me da un pulgar arriba.
Asiento en silencio y me levanto. No me pregunta a dónde voy y eso es extraño.
–Ey– me giro instintivamente y es Mario, así que ruedo los ojos y sigo mi camino –Espera– cierra rápidamente su puerta y yo salgo por el portal.
Salgo con prisa y justo enfrente del portal pasa el tranvía me subo antes de que las puertas se cierren.
Me giro y veo a Mario salir con prisa y buscarme con la mirada. Me ve y me despido con la mano cuando el tranvía empieza a moverse, con una cara de falsa lástima.
Lo último que veo es como sonríe apunto de echarse a reír.
Camino sin rumbo por las calles, intento ir por esas pequeñas y estrechas calles en las que no hay mucha gente.
Solo paseo tranquilamente sin molestar a nadie, con la música tan alta que no escucho ni mis propios pensamientos.
El día no es lo mío.
De repente siento como algo me tira muy fuerte de la chaqueta.
Me estampan contra la pared de un callejón, con tanta fuerza que toso y los cascos se me caen al suelo.
–Joder– suelto molesta.
–Danos tu dinero turista– un chico me acorrala contra la pared ejerciendo presión en mi hombro izquierdo.
Miro su mano y después a él.
–No me toques gilipollas– le empujo con fuerza para que se aparte y se choca con su amigo de atrás.
–¿De qué cojones vas princesita?– el segundo chico me mira de arriba a bajo y se relame –La chica esta tiene carácter– se ríe.
–Cállate– amenazo –No abras la boca– señalo otra vez al primer chico –No quiero vomitar con el olor del fósil en descomposición que te has comido, Dios, que asco– me tapo la boca.
El chico de atras se rie de su amigo lo que solo le hace enfadarse más.
–Aparta– de un empujón los aparto a los dos pasando por el medio.
–Adonde crees que vas– me coge del brazo con fuerza haciendo que me gire.
Cabreada le estampo mi puño en la cara. El segundo reacciona rápido y carga contra mi pero me aparto a tiempo.
Le pongo la zancadilla y se estampa contra la pared, el primero reacciona y por poco me da en la cara. Le doy una una patada detrás de la rodilla cuando esquivo su golpe y se dobla hacia un lado adolorido. Al segundo le estampo la cara contra la pared de ladrillos dos veces con todas mis fuerzas. Y al primero le dedico un fuerte rodillazo en sus genitales.