3. Villa Olímpica |kagehina|

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Y dicen que las camas son de cartón pero tan resistentes como una tradicional, en fin, una provocación en toda regla.

—Yo arriba.

—No, yo.

—Olvídalo. Yo.

—Han dicho que son muy resistentes, hace falta mucha fuerza.

Otra provocación. Hinata le empuja sobre la cama, haciéndole caer de espaldas. Se quita la camiseta, salta sobre él con más impulso del necesario. Kageyama le agarra del culo y le atrae a un beso hambriento, sonriendo con maldad.

—No vas a reírte tanto en cinco minutos, Bakayama.

—¿Vas a romperla dando saltitos?

—Voy a romperla follándote —dice, buscando un condón entre las sábanas. Encuentra una tira plateada con cinco o seis y se la muestra, arrancando uno. Muerde el envoltorio plateado, escupe el trozo de plástico. Kageyama le observa con gesto serio, la misma expresión de concentración antes de sus mejores servicios.

—¿Seguro que no quieres que lo haga yo? Soy el más fuerte de los dos.

—O te callas o te romperé a ti también.

Tobio se ríe y le da una palmada en el culo, sonora, con la mano abierta.  Shoyo responde comprimiendo los muslos contra sus caderas, un simple aperitivo.

No era un farol. Las camas son resistentes. Una hora después, Shoyo está jadeando, tumbado junto a Tobio, con las sábanas empapadas en sudor y la cama -la maldita, asquerosa, resistente cama- intacta.

Mierda de sellos de calidad internacional.

Lo que está menos intacto es su orgullo. Resopla, pero entonces Tobio se mueve y se acerca, apoyándose en su pecho, mirándole desde arriba.

Esa sonrisa, esa mirada malvada. Shoyo sabe que todavía pueden ganar la apuesta a Atsumu y Kiyoomi -apuesta que éste desconoce-. Todavía pueden ser los primeros en destrozar la cama olímpica echando un polvo.

—Mi turno —dice Tobio, sentándose en sus caderas. El sudor le levanta el flequillo, una gota se escurre por su frente hacia su nariz y sigue, sigue, sigue...

Hinata coloca las manos en sus muslos, acariciándole despacio con las palmas. Tobio le recompensa agachándose sobre él, besándole entre el ojo y la nariz, arrancándole una risa ansiosa.

—Dalo todo, Tobio —susurra. Obtiene un mordisco como respuesta, es todo lo que necesita para reactivarse.

No vamos a perder.
Si hace falta lo intentaremos 20 veces.

Donde todo arde |KageHina| NSFWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora