Hay algunas cosas de él que sólo Tobio conoce, y piensa que es una suerte, pero también un castigo, porque nadie sabrá nunca, nadie entenderá ni de lejos qué tipo de victoria es dormir con Shoyo.
Están los tres lunares de su ingle derecha, un triángulo isósceles perfecto que podría convertirse en coordenada. Son castaños, pequeños, hay que estar muy cerca para verlos. Tobio siempre los lame trazando una línea invisible entre ellos, de derecha a izquierda, y mira hacia arriba. Le gusta cuando está así, ojos cerrados y labios apretados, como si intentase vencer un pulso...
...Uno que pierde cuando Tobio decide virar hacia la izquierda.
Está su toque. Se amolda, se comprime, se expande como Tobio lo quiere, y entonces explota, rebosa, a tomar por culo el molde, él es Hinata Shoyo nacido del cemento y se lo recuerda girándoles, la mano firme sobre la boca de Tobio, sus dedos en los labios, lámelos, y lo hace, porque quien ha compartido cama con Shoyo conoce la fuerza salvaje de la tormenta.
Está -por supuesto- su ritmo, la cadencia de sus movimientos, ese beso, ese mordisco, ese empuje final. La canción de sus caderas es una obra maestra, sus pantorrillas, la curva de su espalda, el músculo que se asoma por todas partes y Tobio quiere tocarlo, quiere conocerlo, quiere estudiar anatomía profunda desde los pies hasta la punta de las orejas.
Está también su voz. Hay todo un abanico de posibilidades, y Tobio es curioso. Le gusta el susurro de su nombre propio al oído, le gusta sentirlo ahogado contra el cuello, una súplica incomprensible. Le gusta romperlo, verle conjugarlo en todas sus formas posibles, olvidarlo a veces, recordarlo con la boca llena, el corazón batiendo las alas, Tobio, es un canto de otro mundo, casi como deberían sonar las sirenas.
Hinata no es una sirena. No está hecho para deslizarse sutilmente bajo el agua, sino para arder con violencia, como el núcleo de la Tierra. Tobio se derrumba sobre su pecho empapado en sudor y besa lo que encuentra, su frente, su ojo, su mejilla. Atrapa su boca y la honra.
¿Qué sabrá el mundo de la victoria? Kageyama ha levantado más copas de oro que dedos tiene su mano derecha, pero nada se compara al beso de buenas noches de un Shoyo sudado, sonriente, agotado, pecas y rizos, cabello naranja húmedo contra la almohada y un toque final de caricias con la punta de los dedos.
Se acurruca, respira, se entrega al sueño. Esa es la mejor de las victorias.
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Donde todo arde |KageHina| NSFW
FanfictionDrabbles +18 / NSFW centrados en mis headcanon de Hinata y Kageyama. Casi todo #Kagehina o #Hinakage, todo #KagehinaEndGame pero quizás algún #Atsuhina #Oihina puntuales que iré indicando. No es una historia, son escenas sueltas, muy cortas, sexuale...