Destrozos (2)

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Todo esto ya lo sabéis, es lo de siempre... Así que solo os digo: preparaos porque Ranma sigue muy enfadado y ya sabe quiénes serán los siguientes en su lista, juas, juas...

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3.

Destrozos (2)

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El atardecer dibujaba una paleta de colores de lo más curiosa sobre el cielo de Nerima mientras Ranma avanzaba por sus calles. Distinguió que el azul desaparecía en pos de unos tonos más cálidos: naranja, rojizo, incluso violeta en algunos lugares. Las sombras de los edificios se acortaban y la suya propia parecía la de un enano encorvado y envejecido sobre el suelo.

Le dolía el estómago, el torso y la espalda. Ryoga le había acertado algunas veces en esos lugares, pronto tendría un enfermizo collage de moratones adornando su cuerpo gracias a él. Distraído, se preguntó si seguiría en aquel callejón lamentándose o ya se habría marchado.

Pero solo pensó en él una vez.

Pelear contra Ryoga (y vencerle) no le había supuesto ningún sentimiento positivo de satisfacción o compensación por lo ocurrido; ni siquiera sentía la habitual euforia que la victoria le regalaba siempre. No lo había hecho por eso. Le había guiado una necesidad distinta que consistía en demostrarse a sí mismo que no consentiría más atropellos, que podía luchar también para defender su honor, la justicia para sí y no solo para otros.

Y sí, le reportaba una sensación de bienestar porque sabía que estaba haciendo lo correcto, pero más allá de eso no había nada.

Sin embargo, Ranma aún notaba esa necesidad reclamándole más. Habían sido demasiadas injusticias, de demasiadas personas, durante demasiado tiempo. Todo había estallado ese día en concreto. Quizás podía haber sido otro momento o quizás no; puede que justamente por ser ese día, él había alcanzado por fin esa claridad de mente que lo guiaba.

Eso fue lo que le condujo hasta el Neko Hanten. No había odio, ni rencor, ni furia, ni ansia de venganza... nada. Ranma se sentía sereno, dueño de sus actos; pero sabía que debía poner orden porque era necesario.

Aún con todo, cruzó el umbral del restaurante chino sin saber del todo a quién buscaba, ni cuáles serían las palabras que diría.

El lugar estaba vacío ya, aunque la puerta seguía abierta al público. Las mesas habían sido retiradas, las sillas levantadas y el suelo estaba impoluto. Los menús estaban apilados sobre la barra y está había sido abrillantada. La estancia desprendía un indudable olor a limpio que le resultó molesto. Le costó unos minutos darse cuenta de que su mente estaba comparando ese bonito lugar con el destrozado dojo que había dejado atrás.

¿Alguna vez habían peleado en el Neko Hanten dejándolo en un estado tan lamentable como ocurría en su casa? No se acordaba, lo cual quería decir que no. ¡Era curioso! Teniendo en cuenta las múltiples peleas que había mantenido con las personas que llevaban ese local.

Ranma había peleado contra Cologne, contra Mousse y Shampoo más veces de las que podía acordarse. ¿Por qué? Cada vez por una cosa distinta, siempre razones absurdas ya que... ¿Él les había causado algún dolor o problema en el pasado que justificara que esas personas hubiesen venido expresamente desde China para amargarle la vida?

Que él recordara, no.

Habían aparecido en Nerima, creyéndose con el derecho de torturarle para que él hiciera lo que ellos querían. Cologne y Shampoo no habían escatimado esfuerzos ni males artes para presionarle a contraer matrimonio con la amazona. Mientras que Mousse le acosaba para lo contrario.

Después de Todo... Solo NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora