𝐑𝐈𝐕𝐀𝐋𝐒 | D.M. vs G.W.

Capitulo 52

—claro que no, George— Harry respondió quitando de inmediato su mano de mi cintura.— Nos vemos luego Claire.— dijo por último antes de irse después de que George lo intimidara por completo.

Por fin respiré cuando no tenía que preocuparme más por la incómoda tensión con Harry. Pero me maldecí internamente porque nuevamente se había arruinado mi plan.

—¿No me vas a felicitar?— preguntó de brazos cruzados con una pequeña sonrisa.

—felicidades...— sonreí dándome la vuelta después de notar que probablemente quería que lo besara, tenia que aceptar que me gustaba desesperarlo.

Me senté en el sofá rojo buscando en dónde se había podido meter Hannah y Ernie. El pelirrojo de nuevo llegó sentándose a un lado mío rodeándome con su brazo.

—Claire, es difícil deshacerse de mí.— susurró en mi oído dejando un pequeño beso en mi lóbulo.

Lo miré a la cara perdiéndome en el color miel de sus ojos, sin duda alguna las pequeñas pecas que se esparcían por encima de su nariz y mejillas hacían juego con ellos.

—lo sé...— contesté asintiendo con la cabeza a milímetros de su rostro un poco nerviosa cuando sus dedos comenzaron a acariciar mi mejilla.

—por favor, ¿puedo besarte?— su tono de voz había cambiado completamente.

Sin pensarlo volví a asentir sin decir una sola palabra, sus labios rápidamente se unieron con los míos en un beso delicado y suave; sus pulgares aferrándose a la piel de mi rostro. Ni siquiera nos importaba que la gente estuviera frente a nosotros platicando o viéndonos, sabíamos que ambos lo necesitábamos y no nos importaban las demás personas.

Se separó de mí regalándome una sonrisa, provocando que se formara un hoyuelo sobre sus mejilla. Sin preguntarme subió mis piernas sobre su regazo para después abrazarme y acercarme a su pecho.

—no tienes idea de cuánto te necesito.— murmuró colocando su cabeza encima de la mía acariciando mis manos aún sin soltarme de su agarre.— Es difícil no poder ir a refugiarme contigo y decirte lo mucho que te quiero cada vez que lo necesito.— mi corazón latió con más velocidad después de escuchar su confesión.— Pero sé que no soy el único para ti.

—¿A qué te refieres?— levanté mi cabeza para verlo de nuevo confundida y con algo de miedo por lo que diría.

—siempre has sentido algo por Malfoy también.— sus ojos reflejaban tristeza, provocando que mi corazón se rompiera al instante. Negué con la cabeza algo insegura.— Está bien, Clay. No es tu culpa. No debí pedirte tener una relación conmigo aún sabiendo que también querías a Draco.

Un nudo se formó en mi garganta, provocando que ardiera y doliera terriblemente. No pude ser capaz de negar aquello en voz alta porque entonces hubiera mentido, era obvio que también sentía algo por Draco pero aún así había hecho lo posible por sacarlo de mi cabeza cuando George fue mi novio. A pesar de todo amé a George Weasley como nunca y me sentía torpemente enamorada de él.

—George.— solté difícilmente.— Sabías que te amaba y por eso acepté estar contigo, no me arrepiento de nada. Fuiste el único.— volvió a sonreír mirándome con ternura besando mi frente.

—lo sé.— dijo orgulloso, llevando de nuevo mi cabeza hasta su pecho para volverme a abrazar y acariciar mi cabello.

Sus respiraciones y sus caricias me tranquilizaron velozmente al saber que él también se encontraba bien.

—¿Georgie, quién es ella?— una dulce voz sonó frente a nosotros, de reojo supe que se trataba de Eleanor.

—soy Claire Horgan.— respondí con una sonrisa amable, sus ojos se pusieron llorosos al instante poniéndome demasiado incómoda y confundida.— Hmm... creo que ya es un poco tarde.— solté una risita nerviosa fingiendo que veía un reloj sobre mi muñeca.