4.- Huir de mis sentimientos

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― No le veo lo gracioso Vanessa ― Musitó Noelle ligeramente ofendida con su compañera. ― Además, deja de beber... debes ponerme atención ―

― ¡Oye, aun no terminaba! ― Regañó, al ver cómo la menor se deshacía de la botella de alcohol que gustosa estaba bebiendo. Al ver su gesto desesperado, decidió ponerse seria. ― Ok... sólo por ti ―

― Es un completo idiota, no puedo seguir trabajando para él en estas condiciones ― Explicó nuevamente la peli plata.

Vanessa se recargó en la mesa. ― Vamos, ¿no crees que exageras? Él de verdad te tiene afecto ―

Aun si lo que decía la peli rosa era cierto, ella no tenía la menor de idea de cómo actuar a su alrededor. Después de nacer, su madre enfermó y falleció casi dos años después, quedando bajo el cuidado de "una amiga de la familia".

Su maestra Mereoleona era muy tosca con sus muestras de afecto. Era más de palabras motivantes y llevarte al campo de batalla para explotarte al máximo. Siempre habían sido ellas dos contra el mundo y hasta ese punto estaba bien, se había acostumbrado.

Pero cuando llegó ante la presencia de la familia real del reino Trébol, todo cambió.

A veces se sentía avergonzada cuando recibía las palabras dulces y los abrazos sorpresivos de la Reina Licita; nunca entendió porque alguien como ella le brindaría todo eso a una completa desconocida. Sí era más honesta, admitiría que le tenía un gran cariño a esa mujer de brillantes ojos verdes.

Luego estaba Liebe, el demonio peli blanco de apariencia humanoide, príncipe de aquel-extraño- reino. Desde el comienzo se mostró muy emocionado con ella, no perdía la oportunidad para alabarla y en su forma diminuta volaba de aquí allá manteniéndose cerca. Mentiría si dijera que no le agradaba, enserio apreciaba su compañía.

Estaban también las personas que conformaban el castillo. Todos amigos cercanos. Cuando llegó, la recibieron de buena manera, sentía mucha calidez cerca de ellos, de verdad parecía que podía confiarles su propia vida. Tenían actitudes alocadas pero eso sólo lograba sacarle sonrisas y que su corazón emocionado latiera a más velocidad.

Por último y no menos importante estaba él...

El otro príncipe de cabellos cenizos y enormes ojos color esmeralda.

Pasaron un par de años desde que se conocieron, cuando en una pequeña reunión autoproclamó entre gritos que ella sería su esposa en el futuro. Avergonzada a más no poder lo mandó a volar con su magia; esa había sido la primera vez que se desconoció a sí misma.

Conforme pasaban los años, entablaron una especie de amistad, entrenaban juntos de vez en cuando y a Asta siempre le gustaba apoyarla en cada batalla y recordarle lo asombrosa que era y lo afortunado de tenerla a su lado.

Su pecho se calentaba al escucharlo, tener su atención de cierta forma dejó de molestarle y más bien lo veía como una motivación. Le agradaba pensar que confiaba en ella y no la menospreciaba por ser mujer.

Pero si se ponía a pensar enserio en casarse con él. Le parecía algo imposible.

La mirada rosada de Noelle se ensombreció. ― No soy una princesa... se me contrató para ser una caballero, no... no es mi destino ser algo más para el príncipe, no sería correcto ―

La peli rosa sonrió. ― Entonces lo consideras... ―

― ¿Eh? ―

La mayor apoyó los codos sobre la mesa, sujetando sus mejillas. ― Por la forma en que lo dices, es como si en algún punto lo hubieses considerado, ya sabes ser de la realeza ― Le sonrió con complicidad. El corazón de Noelle empezó a latir con velocidad. ― Quizás... ya sientes algo por él... ― Dedujo la aprendiz de bruja.

Cásate conmigo|Astelle (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora