06 | Kokushibo

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Lo suyo no eran realmente las relaciones.
Sean así, sociales, amorosas, laborales; las laborales son lo qué me mejor se le da.

Kokushibo era la primera luna superior, con más de cuatrocientos años, y contando su vida como humano

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Kokushibo era la primera luna superior, con más de cuatrocientos años, y contando su vida como humano. Él nunca tuvo muchos amigos. Tuvo un hermano menor, se enamoró de una mujer y se casaron, tuvo un hijo.

Y luego se volvió un demonio, tuvo que aguantar el ver a su amado y odiado hermano menor morir. Su hijo creció, se casó y tuvo otro hijo, él se quedó viudo en algún punto.

Y realmente, eso no le afectó tanto. ¿Era normal? Eso supone, siempre fue malo a la hora de tener relaciones sentimentales o cualquier tipo de relación.

Ers un amante de las normas, y no toleraba la insubordinación, por eso la actitud de la tercera luna superior con respecto a la segunda, dejaba mucho que desear. Él los miraba como amigos... en realidad no sabría si afirmarlo o no. Nunca lo pensó mucho.

Conoció cazadores de demonios de todo tipo. Desde el más cobarde hasta el más valiente. Todos perecieron a sus manos, no era una exageración decir que era el segundo demonio más fuerte.

Sólo su señor estaba por encima suya.

“Bebe de mi sangre, si mi señor lo admite, vuélvete en un demonio, niño”. Los ojos de que comparado con sus colegas y el mismo no era más que un bebé o un pequeño feto, aunque llenos de miedo tenían algo más. Tal vez deseo de más poder, tal vez el anhelo de sobrevivir... no estaba muy seguro.

El chico vaciló un poco, pero al final bebió de su sangre y él lo tomo como su discípulo.

El niño que tenía al parecer dieciocho años, era decidido. Y siempre lo seguía y buscaba no perder su ejemplo de conducta. Lo que lo llevaba a ser respetuoso con su superiores e ignorar hasta cierto punto a los que estaban debajo suya.

Si le pedían describirlo en pocas palabras diría: codicia, educación, envidia, temor, disciplina y una pizca de amabilidad. Tal vez algo de pereza.

El mocoso tenía la costumbre de hablar con Nakime, una luna, al igual que él; que se encargaba de cuidar y custodiar la fortaleza infinita.

Al parecer se llevaban bien. Ahora que lo pensaba mejor, él le tenía algo de apreció a la demonio, ella era su única compañía antes del niño en la soledad de la fortaleza después de todo.

Recuerda haber tenido pláticas amenas con ella, en realidad tenían muchas cosas en común, como por ejemplo que ninguno de los dos tenía dos ojos. Y que a ambos les gustaba hacer cosas relacionadas al arte. A ella tocar su biwa, a él dibujar a veces, pero nunca negaría que su mayor amor era la espada.

La señorita, Akemi, lo pensaba un trabajador de su adinerado padre, uno de sus más confiables y al niño un jovenzuelo familiar lejano suyo, que había comenzado a trabajar con ellos hace unos años, en búsqueda de mejorar su habilidad con la espada.

Su fachada ante la niña era recta y bien cimentada. Y no podían negar que la pequeña era agradable.

No pensaba que le dejaría caer una lluvia de preguntas en una de sus visitas.

“¿Qué piensas de Nakime-san?”

¿Que qué pensaba de ella? Muy bien, se lo diría. Luego de ello Kokushibo, mejor conocido como la primera luna superior. Le dijo a la pequeña Akemi Kibutsuji todo lo bueno que tenía la demonio llamada Nakime.

No pensaba que ella lo escucharía, pero no es como si importara, tampoco es que mintiera. Se llevó a Kaigaku a entrenar, se estaba poniendo perezoso de nuevo. Lo que menos necesitaba era que el chico fuese a decaer en su espada.

— Sensei, daré lo mejor de mí —. No lo dudaba, Kaigaku nunca lo decepcionaba.

— En guardia —. Y atacó.

Hoy les conté de como Akemi veía Kokushibo y a Kaigaku

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Hoy les conté de como Akemi veía Kokushibo y a Kaigaku. También que mira a Muzan con todo el respeto que puede dar.

Perdonen la tardanza, estaba corta de ideas.

— J. Angeles.

The Moon ShipperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora