Ronan.
Adam.
Sí, eso era lo primero que escuchaba el soñador al despertarse, al caer de la pesadilla y abrir los ojos en su verdadero y más real sueño.
Su sueño. Ese único deseo que había nacido y crecido en el mundo que rodeaba a Ronan y no en el que él creaba.
Las mañanas de sol recorrían la piel morena de Adam Parrish como si fuera arena de playa bajo las sábanas, enroscadas a su cuerpo como espuma de mar. Por el contrario, las de nubes y tormenta ensombrecían sus dos figuras sobre la cama, fundiéndolas en una sola, difuminando sus propios límites.
Pero las mañanas que más le gustaban a Ronan eran las que amanecía en los brazos de Adam Parrish. No importaba la luz que entrase por la ventana; si la habitación estaba sumida en la absoluta oscuridad, si una tormenta azotaba Los Graneros o si Sierra decidía despertarles con sus graznidos desde algún lugar del tejado... Solo importaban ellos.
Escuchar el latido de aquel chico sobre su oído era lo único que parecía mantener a Ronan atado a la realidad.
—Buenos días.
Aquella voz, aquel acento que le hacía vibrar la piel, la más pura esencia de Adam Parrish susurrada con diversas intenciones sobre el lóbulo de su oreja izquierda, acompañada de un leve mordisco; el roce de unos labios demasiado cálidos.
—Joder, Parrish —respondió Ronan como pudo. Se revolvió en sus brazos y se le quedó mirando, expectante, tratando de grabar a fuego en su memoria el perfil duro y marcado de su mandíbula, las pecas sobre sus mejillas, la forma en la que sus pestañas dejaban traspasar la luz del sol hasta sus ojos—. Si vuelves a hacer eso dudo que nos levantemos de la cama en los próximos minutos.
Se rieron, boca contra boca, respirando el aliento del otro como si compartieran una sola vida... A veces, perdían de vista las sutilezas de aquella afirmación.
Adam hundió sus dientes con suavidad en el labio inferior de Ronan, un pequeño tirón mientras sentía el cuerpo del soñador tensarse como una cuerda de arco bajo el suyo, encajando como solo ellos sabían encajar.
Ronan tomó aire con brusquedad, casi con necesidad, acariciando la espalda desnuda de Adam, recorriendo su columna vertebral con las yemas de los dedos hasta alcanzar la goma de los boxers.
Adam, que sentía la línea ley vibrar entre ellos, se dejó llevar por su propia magia, por la que ellos creaban, marcando el ritmo de aquellos latidos ancestrales cada vez que besaba la nuez de Ronan, siguiendo el camino hasta el hueco de su clavícula.
Ambos bajaron demasiado; uno con sus labios, otro con sus manos. El aire se cargó un instante de un par de gemidos ahogados y risas nerviosas tornasoladas, con sabor a verano y a secretos bajo las sábanas.
—Como sigas por ahí —comenzó Ronan mientras tragaba con dificultad, jadeando—, no sé si voy a ser capaz de parar.
Adam se rio.
Ambos lo hicieron.
—Eso debería estar diciéndolo yo. —Torció la boca, provocador, dejando caer su cadera sobre la de Ronan mientras las manos de éste regresaban a la parte baja de su espalda—. Y juraría que no lo he hecho.
A Ronan se le escapó la sonrisa, el mago se la había robado.
—Joder...
Sus brazos se enroscaron con frenesí alrededor del cuello de Adam, tirando de sus mechones dorados mientras le metía la lengua hasta la garganta. Cada pequeña parte de ellos sabía perfectamente corresponder al otro, conscientes de cuándo tomar el control, dejándose hacer al segundo siguiente.
ESTÁS LEYENDO
The Barns: A very "pynch" summer tale
Fanfiction⚠️⚠️⚠️ Fanfic sobre la saga de The Raven Cycle | Contiene SPOILERS | Contenido adulto ⚠️⚠️⚠️ "Nunca nadie preguntó los detalles de lo que había ocurrido durante esas vacaciones y aun así, todos sabían perfectamente a lo que se habían dedicado Ronan...