Capítulo 18

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Maquiavélico.

Gianna.

Tres días pasaron desde aquel error con Matteo. Porque era eso; un error. Algo así como un gusto culposo que mi tonta mente se encargó todos estos días de repetirse más de una vez como rollo de película vieja.

Me he sentido lo suficientemente estúpida por muchas cosas, principalmente por estar evitando a Matteo lo más que puedo y es que no sé que pretendo con eso pues está más que claro que tarde o temprano lo tendré que confrontar porque es inevitable, como justamente hoy. De nada valió haber desviado sus llamadas, no contestar sus mensajes y mentirle con que no estaba en mi casa.

He estado casi todos los días con mamá en el hospital, está notoriamente mejor pero siento que el golpe de la infidelidad de papá es otra cosa que tiene que superar yendo a terapia.

Debo añadir que le conté a Dulce lo que había hecho con Matteo y se rió ante mi histeria por toda la situación, básicamente ella me dijo lo mismo que ya me había dicho Luciano:

"-Sabes bien que te gustó -sonrió -. Y no tiene nada de malo, no deberías de arrepentirte si lo gozaste. Así es la vida Gianna, ¿por qué no admites la verdad?

Suspiré, -Es que no lo entiendes, eso no debió pasar -le di una mordida a la manzana en mi mano.

-Da igual. De todas formas ya follaron y desfollada no hay -esta vez rió sonoramente y yo solo le saqué el dedo corazón, viéndola mal"

Es miércoles y el plazo de los seis días para que la asistente de Matteo, como sea que se llame, muestre la primera presentación de los nuevos productos, que incluiremos como edición limitada, llegó a su fecha tope. Sé que esa chica tiene mucho peso sobre sus hombros porque no solo serán los otros socios, los representantes de cada departamento de la empresa y yo presentes en la esperada presentación, sino representantes de la empresa de mi padre «agradezco que no venga él ya que ni en pintura lo deseo ver» múltiples empleados, distribuidores, clientes fieles y algunos amigos. Por ende todo debe de ser casi perfecto.

No vine a trabajar ayer y el lunes, porque no quería ver a Matteo y estaba al pendiente de mamá en el hospital. También he estado evitando a mi padre «quizá soy muy buena en eso» que, hasta ahora, no ha dejado de insistir con querer ver a mi madre pero no puede hacerlo porque le prohibieron la entrada al hospital, bajo la excusa de que es un riesgo para la salud mental de mi madre y es que, a decir verdad, si lo es. Giovanni le dijo a mamá lo que había pasado pero yo fui la que terminó de explicarle todo, ella estaba destrozada y me sentía demasiado mal porque sé con certeza lo mucho que amó y sigue amando a Donato, una mujer como ella no merece pasar por alguna infidelidad, de hecho, ninguna mujer en general lo merece. Finalmente mi idea de hacer que papá y Giovanni hablaran como personas civilizadas se fue al caño con todo lo que pasó y es que ni siquiera tengo ánimos para hacer eso o para, si quiera, idear un plan. Mi prioridad es mamá.

-Señorita Gia, llegó un paquete para un tal Emilio Santoro -informa mi asistente Paula leyendo la etiqueta de dicho paquete, irrumpiendo en mis pensamientos -Pero aquí no trabaja alguien con ese nombre. Le pregunté a Lorena Santoro de recursos humanos si de casualidad era algún pariente suyo pero me dijo que no...

-Seguro se equivocaron, encargate de devolverlo a la paquetería -le resto importancia mientras veo mis uñas sentada en mi silla de cuero y oigo sus pasos alejarse.

Cierro los ojos inconcientemente y un recuerdo fugaz de aquella noche viene a mi. Sus ojos azules admirando mi cuerpo y sus manos acariciando mis mejillas me hacen sonreír tontamente. Miento si digo que una parte de mi no lo extraña, anhelo sus besos que me vuelven loca y su voz que para mis oídos tiende a ser melódica.

TRADIMENTO © [MQH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora