2/4

205 18 8
                                    

—¡Ya están aquí! —mencionó veloz un asistente, para luego ir a otra habitación ni bien llegó. Parece que en el mundo de la televisión todo se mueve muy rápido o yo soy bastante calmosa.

De pronto, mi madre y dos señoritas más presentes terminaban de arreglar el camarín completo para recibir a los adolescentes. Mientras tanto, yo seguía en lo mío, observando de vez en cuando como corrían de aquí para allá. "¿Entonces Menudo en unos segundos pisará este camarín en donde coincidentemente estoy yo? y además, ¿tendré que vestirlos?" pensé para mí. "Debo ser una de las muchachas más envidiadas del país en este momento".

—Solo haz lo que te diga —avisó mi madre, mientras terminaba de acomodar unas prendas a mi lado.

Luego de aquel aviso, yo le mencioné que la obedeceré en todo y que no se preocupe. Así, me dedicaba a seguir pasando la aspiradora a unos pantalones que ella misma me indicó, sin siquiera verla. Por su lado, mi mamá parecía necesitar asegurarse de algo. Ni corta ni perezosa, detuvo lo que estaba haciendo y dirigió si atención completa a mí.

—¿Segura que estarás tranquila, nena? —volteó mi rostro para que podamos hablar cara a cara—, ¿segura de que no te dará un ataque de emoción y tendremos que llevarte a enfermería por haberte desmayado?

Yo fingí una risa, porque quería convencerle que lo que me había dicho era una desfachatez.

—Vamos má —con una sonrisa de lado, mostrando desinterés—, sabes que Menudo me da igual.

Aquella expresión de seguridad de mi parte eliminó de mi madre cualquier idea de que las cosas saldrán mal, mas a mí me dejó un poco más confundida. "¿Realmente me podré comportar de forma normal al ver a los chicos?" no dejaba de preguntarme. Y era cierto de que no era su fan, pero el fenómeno Menudo fue y hasta hoy es tan grande que a cualquiera podría intimidar. Tan solo suspiré y tragué saliva.

Después de algunos segundos, la puerta principal se abrió.

Eran ellos.

Llegaron de golpe. No me dieron tiempo si quiera para procesar de qué forma los vería entrar y en qué postura me tendría que colocar para lucir lo más profesional posible. Los cinco chicos ingresaron acompañados de su manager y dos hombres más.

Y todos, nuevamente, actuaron rápido. Ropas por aquí, documentos por allá. Conversaciones y más conversaciones. Todo era siempre movimiento cuando se trataba de Menudo y yo lo estaba viviendo en carne propia. Me dejó anonadada y me di cuenta de la grandeza que todo esto significaba. Sin embargo trataba de no colocar mucha atención, a pesar de que de vez en cuando se me iba el ojo.

Cada uno de los muchachos, de cuando en cuando, iba notando mi presencia, a pesar de estar casi escondida en una esquina limpiando unas prendas. Hasta donde tenía entendido, habían dos integrantes nuevos: Anthony y Didier, ingresados hace poco. Lo había leído en un diario local. Los restantes eran los que seguían estando desde 1991: Andy, Alexis y Abel. Estos eran los muchachos que había visto y oído por todos lados. El último de ellos, Abel, quien desde hace algunos años era a quien yo prefería ver antes que los cuatro adolescentes, tuvo su momento de notarme.

Al cruzar miradas, sentí que había sido un momento eterno. Eran algo de 3 metros de distancia entre él y yo pero desde el primer minisegundo, sentí el universo detenerse. Abel me cautivó con esos caídos ojos verdes que pensé que podría pasar por alto, pero me hicieron sentir una conexión seductora que jamás olvidaré.

Y por si no hubiera sido suficiente, él colocó una preciosa sonrisa. Ese fue el inicio de aquella noche bonita.

"¡Qué está pasando!?" pensé, mientras acomodé mi cabello detrás de mis orejas gracias a la impresión, y así quitando la mirada de él. En mi cerebro no podían caber más inseguridades. "¿Por qué me miró así y tanto tiempo? ¿habrá notado las imperfecciones de mi rostro? ¿Estaré despeinada y por eso se rió de mí?" eran pensamientos que me estaban atacando fervientemente.

Era difícil ser una adolescente metida en el mismo lugar que los chicos de Menudo.

noche bonita 一 abel talamantezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora