Round II

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Pasaron algunos meses desde que había entrado a GusuLan, tristemente sus compañeros seguían temiéndole, aunque parecía menos tensos que antes. Desde que vieron a Lan Zhan acercársele ocasionalmente sin que perdiera la vida, sus días en la escuela se sentían más seguras. Cómo siempre, los rumores estaban a la orden del día, pero prestaba menos atención a eso. Sus amigos estaban bien, no había ocasionado problemas a la familia Jiang y a él le iba de maravilla en las clases, así que se sentía más tranquilo y en paz que el año pasado.

Lan Zhan era un misterio que estaba resolviendo poco a poco. El chico serio parecía cómodo con su charla continua, y no se molestaba cuando se sentaba a su lado a comer, lo que no ocurría mucho ya que su hermano le hacía compañía junto con sus amigos Nie Mingjue y Meng Yao. Para él era la típica mesa de los populares, aunque a diferencia de su anterior escuela, esta no estaba compuesta por tipos estúpidos que se creían seres superiores. Olvídalo. Era tonto pensar en esa escuela, el pasado es pasado.

En ocasiones hacian trabajo en equipo, por lo que se quedaban hasta tarde en la biblioteca, o solo para terminar sus tareas individualmente, pero Wei Ying aprovechaba cada oportunidad para avergonzar a Lan Zhan, quien se sonrojaba de las orejas, algo que al estudiante problema le parecía lindo. Otro de los beneficios de estar en la biblioteca era ver al hermoso ángel Xie Lian, tan amable y talvez la persona con más mala suerte que haya conocido, después de él. Siempre que iba a la biblioteca tendía a toparse de frente con él, tirando en el proceso sus libros, el agua para la limpieza e incluso en una ocasión rompió el jarrón que le habían encargado transportar de la dirección a la biblioteca. Se le fue el dinero de dos semanas de su trabajo a medio tiempo, pero valió la pena cuando vio la sonrisa de alivio en su compañero.

El segundo jade también les ayudaba a limpiar cuando el ojigris derribaba alguna cubeta de agua en el suelo (todo accidentalmente) o recoger lo que sea que haya hecho caer de las manos del hermoso niño de la biblioteca, mas no parecía muy contento con ver a Wei Ying cerca de Xie Lian. Lo mismo ocurría con los dos amigos de este último, dos sujetos con cara de madres amargadas sobreprotectoras, que arrastraban al chico de ojos almendrados cuando lo descubrían rodeándolo con un brazo. Wei Ying sabía que no debía meterse con ellos, pero no podía evitar abrazar a Xie Lian, por algún motivo sentía una comodidad similar a la que sentía con su jie jie cada vez que estaba a su lado.

Así, día a día, parecía que cada cosa tomaba su lugar, pero no todo podía ser bueno, y lo descubrió una tarde que olvidó su celular en el salón. Iba tarareando una canción relajante, pensando en que pedir de comer en el sano repertorio de comida de la gran GusuLan pero se detuvo cuando escuchó un sonido de risas en las escaleras. Regresó sobre sus pasos y lo que vio lo paralizó.

Abajo se encontraba Mo Ziyuan junto a los estudiantes que siempre lo seguían, de espaldas a él, frente a ellos el chico que le regaló el horario de clases se encontraba con la mirada baja y sin energías, sostenido por dos adolescentes más altos que él. Su rostro se veía demacrado, un moretón se le estaba formando en el pómulo derecho, su pelo estaba alborotado, y su ropa llena de lo que parecía ser restos de alguna bebida.

Mo Ziyuan, orgulloso de su trabajo, golpeó en el estómago a su estúpido primo.
-Eres el hijo bastardo de una puta bastarda, ¿crees que puedes compararte conmigo? ¿Crees que puedes inculparme? Solo estás regresando todo lo que tu madre robó de la mía. Te lo he dicho, deberías lanzarte del techo para borrar tus pecados, talvez así tu inmunda abuela pueda ser perdonada por los cielos.
-Incluso saliste defectuoso, asqueroso manga corta.
Zhang Ding se había encargado de empapar a su primo con esa asquerosa malteada que pidió en la cafetería. Parecía tan a gusto entre los chicos que no pudo evitar sentirse orgulloso, la chica incluso era más elocuente que el propio A-Tong, su lengua era más venenosa que la de una víbora. Las risas no se hicieron esperar. Los de segundo año, cuyos nombres no recordaba, parecieron asqueados ante su primo, y como no lo estarían, 'era la encarnación de las aberraciones humanas', había dicho su madre una vez.

The Legend Of Yiling LaozuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora