Citas peligrosas: parte III

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Fue en cuestión de segundos. Wei Ying jaló el brazo de Lan Zhan con bastante fuerza para alejarlo y lo lanzó a un lado, junto con las compras que había hecho. Logró atrapar la bolsa antes de que cayeran al suelo, pero no perdió de vista a su acompañante, quien acababa de bloquear con su antebrazo un gancho derecho que iba en dirección a su pómulo y sin perder tiempo tomó el brazo de su oponente y lo acercó para darle un rodillazo, que fue rápidamente interceptado por la mano libre del otro. Con la misma golpeó la pierna e intentó derribarlo con un gancho al estómago, pero el adolescente logró evitarlo empujando al otro con las palmas de sus manos en su pecho, haciéndolo retroceder. Ambas miradas chocaron, analizándose. El hombre mayor se posicionó en una forma de defensa con los puños cerca de la cabeza. Wei Ying, en cambio, respiró hondo y solo posicionó su pie derecho detrás, sin mostrar si sabía algún estilo de combate. Como el más joven no se movió para atacar Zhao Zhuliu lanzó varios golpes en dirección a su rostro, todos esquivados por el chico travieso a gran velocidad. Al no tener éxito agregó patadas, pero ninguno dio a su objetivo.

Si bien Lan Zhan había practicado Tai chi desde joven con su tío, nunca había visto una pelea que no fuera dentro de un dojo: el sujeto de nombre Zhao Zhuliu parecía un experto en artes marciales, aunque el segundo jade solo podía suponer que era de algún tipo, pero parecía que su especialidad eran los ganchos: se notaba el poder que llevaba al lanzarlos al chico de ojos grises, agradeciendo que se moviera tan rápido para evitarlos, estaba seguro que si alguno lo alcanzaba podría noquearlo.

Ahora, Lan Zhan era una persona que respetaba las reglas, sabía que no era justo una pelea de dos contra uno, más importante aún, aquella era una pelea ilegal, tenía la obligación de llamar a las autoridades, involucrarse traería más problemas, pero temía que el hombre mayor lastimara a su compañero. Puede que por el momento pudiera esquivar golpes, pero un pandillero no podría compararse con un maestro en artes marciales, tarde o temprano se cansaría, y entonces su contrincante aprovecharía para darle un golpe definitivo, que por lo que había observado es lo que buscaba.

Más tarde se sorprendería por lo que pasó a continuación: Wei Ying trató de evitar una patada a su mandíbula, pero no lo logró por completo, recibiéndolo en su lugar en la barbilla, haciéndolo trastabillar. La rabia lo invadió, y sin pensarlo, con la bolsa en mano, corrió, saltó y lanzó una patada decendiente directo a la cabeza del hombre, que sorprendido retrocedió, solo logrando rozar su nariz con parte de la suela de su bota.

El segundo jade se colocó frente a Wei Ying, sin dejar de ver al adulto delante suyo, que lo miraba con ojos sorprendidos, pero también analíticos. Después de un breve silencio habló:
-Veo que nuestro informante no mentía. Ciertamente ha estado ocupado en estos meses, joven Wei.
-La escuela es pesada, si.
-... Es interesante ver que ha logrado obtener súbditos tan leales que no dudarían en poner su bienestar en peligro por usted.
-Te equivocas, no todos somos perros falderos de los demás. Er-ge, retrocede, yo me encargo.
- No.
-¡Er ge!
-Este hombre es peligroso. Llamaré a las autoridades.
-Sin embargo, veo que sigue al lado de la familia Jiang, sirviendo a los amos de sus padres.
-Mis amos, a diferencia de los tuyos, no me envían a roer la carne de otros.
-Se ha vuelto ingenioso en el tiempo que no nos hemos visto, Yiling Laozu, incluso se abstiene de pelear, me hace creer que ha sido domesticado.
-Talvez, es mejor, deberías intentarlo, así no joderías la vida de otros. Le diría a tu joven amo que usara una correa para controlarte, pero con su mano enyesada no podrá hacer mucho.
-No se preocupe, el joven amo está a punto de recuperarse, fui enviado en su lugar para darle una advertencia: reúnase con mi amo, si no quiere que sus aliados salgan heridos... Otra vez.

Lan Zhan escuchó el momento exacto en que a su compañero se le cortó la respiración. Giró su rostro para ver de reojo a Wei Ying, preocupado por el efecto negativo que debieron tener aquellas palabras amenazantes, solo para sentir un escalofrío recorrerle: en lugar del temor en sus ojos encontró una mirada acerada, sin el brillo similar a la luna llena característicos del joven, luciendo mortíferos en su lugar. Sus labios mostraban una sonrisa inquietante, una sonrisa que prometía las peores torturas conocidas por el hombre. Su corazón se oprimió, su mente divagaba buscando respuestas que no encontraría a menos que Wei Ying estuviese dispuesto a hablar, ¿a qué personas cercanas al chico había lastimado aquel hombre para ganarse el rencor de alguien tan sonriente y despreocupado? ¿Eran verdad todos los rumores que corrían por ahí? No conocía completamente al adolescente, pero después de su continua convivencia en la escuela había dejado de asociarlo con el bárbaro sanguinario de Yiling. Y sin embargo, aquí estaba un sujeto peligroso, nombrando al Patriarca de Yiling, alterando los nervios de Wei Ying, convirtiendo a Wei Ying en este desconocido frente a él.

The Legend Of Yiling LaozuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora