—Ten —Abel le extiende a Irina una taza de té.—¿De quién escapaste? ¿Por qué te tenían allí? —pregunto.
—Lila —Nate me da un codazo.
Ruedo los ojos y me levanto frustrada del sofá porque desde que la trajimos a casa no ha dicho ni una sola palabra.
—Mi nombre es Irina Ivanova —suelta de repente.
—Que novedad —digo sarcástica.
—Como si ya no supiéramos eso —dice Michael.
—Lila, ya basta —me reprocha Ibra—. Y Michael, ni siquiera sé porque estás aquí todavía.
Michael se encoge de hombros y me quedo a la espera de una explicación por parte de la rusa.
—Mi padre fue...
—Dimitri Ivanov —la interrumpo.
—¿Van a dejarla hablar? —pregunta Abel alzándome la voz por primera vez en nuestras vidas y sacando a relucir un carácter que ni siquiera sabía que tenía.
—No le hables así —dicen Nate y Michael al unísono.
—¿Por qué estabas allí? —Abel le toma las manos a la chica ignorando a los chicos.
—Alguien me encerró allí hace muchos años.
—¿Por qué te encerraron? —pregunta Ibra.
—No lo sé.
—¿Llevas años encerrada en un lugar y no sabes porqué? —me río secamente.
—Sólo sé que mi padre encontró empleo aquí un día y tiempo después murió, luego un hombre me encerró en ese lugar diciendo que era por mi bien.
—¿Cómo se llamaba ese hombre? —pregunta Nate.
—Me pidió que lo llamase Señor Durand.
—¿Y dónde está? —pregunto.
—No lo sé. Iba a verme cada vez que podía, prometiendome siempre que me sacaría de allí.
—Pero nunca lo hizo —afirmo.
—Así que decidiste salir de allí por tu cuenta —supone Michael.
—Cuando me encontraron estaba escapando de las personas del psiquiátrico que me perseguían para volver a encerrarme —cuenta.
—¿Donde vivías antes de que te encerraran? —pregunto.
—Una casa en una colina —responde.
El teléfono de Michael suena, el chico lee el mensaje y sin despedirse sale de la casa.
—¿Llevas años aquí pero aún no has perdido el acento ruso? —pregunto.
—No me dejaban hablar con nadie. ¿Por qué lo perdería si solo hablaba conmigo misma dentro de esas 4 paredes?
—¿Cómo escapaste? —pregunta Ibra.
—Logré quitarle las llaves a un enfermero. Cuando todos se descuidaron abrí mi puerta, corrí hasta el baño y salté por la ventana que estaban por reparar.
—Muy bien, son demasiadas cosas por asimilar. Puedes dormir en la habitación de Lila y ella te prestará ropa —dice Abel dulcemente.
—¿Perdón?
—Perdonada, Lila. Acompañala a tu habitación y hazlo —dice Abel.
Resignada subo acompañada de la rusa hasta detenernos en mi habitación.
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WORMWOOD.
Mystery / ThrillerWormwood es un pequeño pueblo que casi nadie conoce, con al menos 300 habitantes que viven una vida normal y tranquila alejados del resto del mundo. Un día como cualquier otro, la muerte repentina de Maggie, la chica popular de la preparatoria, term...