Las despedidas ya no saben tan amargas, supongo que con los años (o con los daños) comenzamos a perder paladar.
Ya el corazón se conoce cada cicatriz y ya sabe dónde y cuándo va a doler, comienza a ser intuitivo y a escuchar más al cerebro cuando muestra realidades no distorsionadas.
Las despedidas ya no nos rompen como antes, esas visiones apocalípticas quedaron atrás y aunque la lluvia no cese de inmediato conoces que en algún momento el sol volverá a alumbrar entre las nubes.
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Reflexiones de un astronauta sin luna
PoetryUna vez más las emociones atacan desde el alma, encontrando como única salida esta compilación de textos desordenados, retazos acumulados al pie de un grito. Palabras que fluyen desde el interior, tal vez sin sentido, sin orden cronológico, con erro...