Christopher 💙:
Solo un día bastó para sentirme peor que los demás desde que no veo a Tori, pensé que sería más llevadero con el paso del tiempo. Veo que me equivoque, ella se volvió una necesidad, algo que uno necesita pero se reusa a aceptar, por orgullo tal vez.
El día de ir a la playa llegó y con ello mi culpa, el viaje estaba planeado especialmente para nosotros dos, en ese viaje tenía pensado hacer algo para ella, como las cosas no salen como uno las planea aquí me encuentro, en el patio de la casa arrastrando mi maleta para subirla a la camioneta y los chicos detrás mío hablando como si no se vieran todos los días.
—¿Se podrían callar? Se vuelven tediosos— me quejo volteandome para mirarlos.
Ellos comparten miradas— No seas amargado, deberías estar sonriendo porque tendrás unas vacaciones para ti, para pensar y volver renovado— dice Erick pasando un brazo por encima de mis hombros.
—Me estás haciendo sentir más mierda de lo que ya me siento— me zafó de su agarre
—¡Solo disfruta!— me regaña Antonella llegando a mi lado— Voy a cuidar bien de Luka, serán solo unos días. Nada más— hace una seña con sus manos que no supe comprender.
—Cuídalo bien, cuídense también. Por favor si pasa algo no dudes en llamarme— me acerco a Antonella para abrazarla— Te quiero— dejo un beso en su cien
—Hey! Parece que no fueras a regresar— me pega en el brazo— Soy capaz de ir por ti con tal de que no me dejes sola— hace un puchero. Yo ruedo los ojos con una sonrisa
—No te pongas cursi, no te queda bien— le dice Erick. Antonella le pega una palmada en la espalda y el ahoga un quejido.
Esto lo voy a extrañar, el hecho de verlos y que ellos estén conmigo en todo momento, de ver las locuras de Antonella todos los días de mi jodida vida. Ella mi pequeña confidente, nunca me juzgo, al contrario siempre que necesitaba algo ella estuvo ahí. Me mal acostumbró con mis galletas, termo personalizado y leche, por eso la quiero tanto.
Erick, el chico que en secundaria no me cayo bien por el simple hecho de permanecer a esa familia: los Dumont. El día que nos conocimos no fue el mejor, ni las condiciones, pero aquí estamos y ahora lo considero alguien de mi núcleo familiar, ojalá siempre le brinde esa felicidad a Antonella, ella se lo merece.
A cada uno le doy un abrazo antes de subirme a la camioneta y arrancar por las solitarias carreteras. Pongo un poco de música para que el ambiente dentro del auto sea más llevadero.
Extraño ver a Victoria sentada a mi lado, parloteando sobre cualquier estupidez, pero con ese brillo inusual en su mirada cuando habla de algo que en verdad le gusta. Extraño cuando peleamos y lo resolvemos de manera extraña, no con sexo como cualquier otra pareja, no. Lo hacemos de manera extraña, ya sea con bromas o hablar sin sentido alguno.
Me duele admitir que me enamoré, porque siempre creí que el amor nos vuelve vulnerables ante quién amamos, sacamos ese lado más triste solo para que nos ayude a sanar, estar al pendiente de que este bien, de que no le pase nada malo es algo realmente raro para mi.
Sentir la corriente fría por tu pecho cuando ves esa persona es una de las mejores sensaciones que he sentido nunca, el verla sonreír, reír y cualquier gesto que me demuestre su hermoso rostro, es más que mágico para mí. Pero, en algún momento la tenía que cagar, y esta vez la cague de la peor forma, desconfiar de ella fue algo que jamás me plantee hacer, la rabia me cegó y no pensé con claridad ahora estoy sufriendo las consecuencias de eso.
Después de horas de viaje llego a mi destino, llego al hotel que Antonella me dijo, efectivamente ya estaba registrado, por lo que veo se tomaron el tiempo de arreglar mi estadía aquí. Sonrío para mis adentros y subo el ascensor para llegar a mi habitación.
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Mi salvación eres Tú
Roman pour AdolescentsNo conocemos a las personas por casualidad, cada latir se encamina en direcciones opuestas. Coincidir, eso no existe. Christopher Muller, odioso, misterioso y atormentado por un secreto que guardado desde pequeño. A simple vista una forjada fortalez...