Capítulo cuatro: Corazón roto

26 3 1
                                    


6 de febrero 2020

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

6 de febrero 2020

No sé en qué momento me quede dormida en el asiento trasero del auto, solo sé que desperté justo cuando llegamos a mi destino o mejor dicho a las afueras de la propiedad.

—Señorita Brand, el caballero no me deja pasar —El conductor me mira por el retrovisor esperando una respuesta.

—¿Le dijiste mi nombre o mi apellido?

—El apellido señorita.

—Diles que soy Cielo, aquí no asocian mi apellido conmigo —Mencionó antes de que se me escapé un bostezo, el conductor hace caso a lo que dije y veo como el portero hace señas a alguien más para poder abrir las rejas.

Dos minutos más tarde estoy frente a la puerta de la casa, la cual se abre mucho antes de que tan siquiera mi mano llegue al timbre y frente a mí se encuentra la señora Amelie.

—Oh chéri, sabría que vendrías —No digo ni una palabra cuando tengo a Amelie atrapándome en un abrazo mientras no para de darme las gracias por haber venido cosa que no es necesaria.

Ya tenía planeado desde el día que Nate me llamó llorando, diciendo que había dejado a Argelia, lo único que me impidió tomar un vuelo ese mismo día fue porque el me pidió estar solo por algunos días, pero hace dos días salieron fotos de él desnudo, fotos que lo más probable tenía Argelia. Y junto a esas fotos salieron rumores asegurando que la inesperada separación entre ellos se debía a una infidelidad por parte de él, algo que la bruja no se ha molestado en desmentir.

Ayer no dude en comprar un boleto a París justo antes de la llamada de su madre pidiendo que viniera a verlo.

Cuando Amelie por fin me libero de su abrazo me hizo señas para que pasara, después de pedirle a no sé quién que llevara mis maletas adentro.

—¿Qué tan malo es? —Me quito mi abrigo para colocarlo en el perchero de a lado, Amelie mira al suelo antes de mirarme y quitarme el abrigo de las manos.

—No ha salido de su habitación desde que llegaron de Santorini —Abro mis ojos sorprendida, pues eso había sido desde hace 11 días y Nate en verdad odia no convivir —No deja que nadie entre a su cuarto, hasta hace dos días nos abría la puerta para recibir la bandeja de comida, pero ahora no ha abierto para nada. —Por su tono de voz puedo notar que está a nada de quebrarse y llorar.

—¿Puedo? —Ladeo mi cabeza en dirección a las escaleras.

—Por supuesto, cariño —Sin nada más que decir subo las escaleras lo más rápido que puedo.

Al llegar arriba noto que Jean está al final del pasillo con la cabeza pegada a la puerta de Nate, cuando llego a su lado, sus ojos se iluminan al notar mi presencia.

—Por fin llegas —Se abalanzo contra mí para abrazarme.  

—Por favor ayúdalo —Susurró antes de dejar un beso en mi mejilla.

The Angels of HeavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora